La OEA seguía ayer discutiendo en Washington, mientras en Honduras la policía volvió a reprimir con camiones hidrantes y bombas lacrimógenas una manifestación de zelayistas. Los comandos policiales encerraron a los tres mil estudiantes que protestaban frente a la principal universidad pública de la capital, los forzaron a entrar en el edificio y, una vez allí, los atacaron con gases y bastonazos. “Por suerte no hubo ningún herido grave, sólo moretones, pero es una nueva garantía constitucional que perdimos, la autonomía de la universidad”, aseguró Bertha Oliva, coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras.

La Universidad Nacional Autónoma de Honduras no apoyaba oficialmente la manifestación de los estudiantes, pero cuando los policías empezaron a atacar a los jóvenes y estos a responder con piedras, la rectora, Julieta Castellanos, salió a mediar. Se acercó a los uniformados para hablar, pero la empujaron hasta que se cayó. “No tenían por qué entrar hasta el campus universitario, vamos a demandar por eso a la policía”, se quejó. Pero como demostraron los cientos de heridos y los más de media docena de muertos de las últimas semanas, la Justicia no está haciendo mucho por los manifestantes que reclaman la restitución de Zelaya. El martes los estudiantes de la universidad pública ya habían sentido un adelanto de los nuevos tiempos políticos que corren.

Los guardaespaldas del candidato presidencial del partido de Zelaya y del hombre que lo derrocó, Roberto Micheletti, Elvis Santos, reprimieron al pequeño grupo de estudiantes que se había apostado frente a la universidad para hacerle un escrache después de una charla. “Si esto hacen sus guardaespaldas, qué no va a hacer el candidato si llega a ser presidente”, advirtió Oliva. Santos, como su principal rival en las urnas, Porfirio Lobo, apoyaron el golpe.