EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Washington Uranga
Es inútil preguntarse por los méritos de Barack Obama para acceder al Nobel de la Paz. O mejor dicho: no vale la pena hacerlo. Porque está claro que la decisión del Comité noruego no se basa en los méritos acumulados por el presidente de Estados Unidos en apenas siete meses de gestión. Habría que pensar, en cambio, que se trata de un estímulo para alentar al mandatario norteamericano a cumplir con algunos de los deseos expresados. Y, por añadidura, a no seguir incurriendo en contradicciones que borran con el codo lo que pretende escribir con la mano. No es el caso desconocer los valores personales del presidente Obama. Todo indica que los tiene. Sí se trata de no obviar que es el presidente de la mayor potencia mundial responsable de muchas de las calamidades del mundo actual. También de los atropellos en materia nuclear, de destrucción medioambiental y de tantas injusticias que generan muerte. Entre las razones que movieron al comité noruego para adjudicarle el Nobel están precisamente las intenciones de Obama a favor de la distensión, el diálogo y el multilateralismo. ¡Ajá! Miremos apenas América latina para testear las buenas intenciones. El emplazamiento de nuevas bases militares en Colombia ¿es una manifestación fehaciente de esa política de distensión? Si la memoria no me falla tampoco se puso fin al vergonzoso, injusto e inhumano bloqueo que ahoga a Cuba desde el 3 de febrero de 1962. Tampoco decidió Obama terminar con el campo de concentración que Estados Unidos tiene instalado en la base de Guantánamo ocupando militarmente territorio cubano. Para ir a lo coyuntural: Obama se manejó mejor que sus antecesores frente al golpe en Honduras, pero todavía está por conocerse cuánto tuvo que ver Estados Unidos en darles vía libre a los golpistas encabezados por Roberto Micheletti. ¿Obama no tiene responsabilidad alguna en esos hechos? Seguramente Barack Obama tiene todavía muchas posibilidades de concretar sus loables y muy buenos propósitos. Y ojalá lo haga para el bien de toda la humanidad. Porque cualquier acción en ese sentido realizada desde el lugar de poder que ocupa será muy importante para el mundo. Mientras tanto el premio no tiene justificativo. Salvo, claro está, que haya sido pensado como un estímulo para alentar a Obama a cumplir sus promesas.
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