La dictadura hondureña sumó otro apoyo ayer. El gobierno de Panamá anunció que, al igual que la Casa Blanca, reconocerán las elecciones del próximo 29 de noviembre, aun si se realizan bajo el control de la dictadura. “La mejor forma de salir de la crisis es que se efectúen las elecciones en paz y que sean reconocidas a nivel internacional”, aseguró el mandatario panameño, Ricardo Martinelli. Hasta ayer, Estados Unidos era el único país que oficialmente estaba reconociendo la legalidad de los comicios hondureños. En un primer momento, el gobierno panameño del ex presidente Martín Torrijos repudió contundentemente el golpe de Roberto Micheletti, pero sólo unos días después asumió Martinelli, un empresario abiertamente antichavista y admirador de su par colombiano, Alvaro Uribe. Por ahora Washington y Panamá están solos en su respaldo a la dictadura hondureña, pero esta semana Uribe hizo un primer guiño. Ordenó el retorno de su embajadora en Tegucigalpa, una medida que los golpistas interpretaron como un apoyo a las elecciones. Ningún otro país latinoamericano acompañó el gesto.