EL MUNDO • SUBNOTA › LOBO NO ESTá SOLO EN LA REGIóN
› Por María Laura Carpineta
El nuevo presidente Porfirio Lobo no estuvo solo ayer. Mientras que casi toda la comunidad internacional sigue repudiando el golpe contra Manuel Zelaya, ayer fueron muchos los gobiernos que enviaron representantes a la toma de posesión del nuevo mandatario, elegido y embanderado a la sombra y el resguardo de los fusiles militares. En la tribuna de invitados extranjeros se destacaban tres presidentes –Ricardo Martinelli de Panamá, Ma Ying-jeou de Taiwan y Leonel Fernández–, el vicepresidente colombiano, Francisco Santos, el subsecretario norteamericano para América latina Arturo Valenzuela y funcionarios de la Unión Europea, el gobierno español, el peruano, el salvadoreño, el canciller guatemalteco y representantes del Vaticano, Israel y Canadá. Y muchos más se podrían sumar a la lista de países amigos de Honduras en los próximos meses.
Cuando la dictadura de Roberto Micheletti desoyó las advertencias de la comunidad internacional y realizó las elecciones a finales de noviembre pasado, apenas cuatro países lo apoyaban: Estados Unidos, Panamá, Perú y Costa Rica. Pero dos meses después, Lobo empezó a ver los frutos de su diplomacia y su sonrisa compradora. Empezó localmente consiguiendo el reconocimiento de dos de sus vecinos, Guatemala y El Salvador, apenas unos días antes de su asunción formal. Los dos pequeños países centroamericanos están gobernados por presidentes considerados de centroizquierda, Alvaro Colom en Guatemala y el líder de la ex guerrilla FMLN, Mauricio Funes en El Salvador. “No había otra condición para normalizar las relaciones que la salida digna del presidente Zelaya”, explicó Colom.
La firma del salvoconducto para la salida del país de Zelaya y su entorno más cercano también le había ganado el reconocimiento del mandatario que hospedará durante los primeros días al presidente derrocado, el dominicano Leonel Fernández.
Pero los esfuerzos diplomáticos de Lobo no terminaron allí. El mandatario hondureño aprovechó unas breves vacaciones en Estados Unidos después de su victoria electoral para ganarse la simpatía del secretario general de la Organización de Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza. La seducción fue inmediata. El líder de la OEA empezó a marcar diferencias entre Micheletti de Lobo e hizo llamados públicos para discutir la reinserción de Honduras en la organización hemisférica, de la que había sido expulsada por unanimidad tras el golpe de 28 de junio. La reinserción a la OEA le abría todo tipo de puertas al gobierno de Lobo. Por ejemplo, restablecer su relación con los organismos regionales de crédito.
Sin embargo, la resistencia más dura la encontrará entre los miembros del Mercosur y del Alba. Venezuela, Bolivia y Nicaragua ya adelantaron que no reconocerán al nuevo gobierno.
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