Protagonistas de los últimos 13 años, los laboristas quedaron relegados a un papel de espectadores y comparsas en el día de ayer. Los micrófonos todavía les preguntaban sus opiniones, pero su discurso no contaba: el centro de gravitación política se encontraba en lo que hasta hace poco era la oposición. Entre la gente había opiniones diversas sobre la coalición, desde los que se ilusionaban con el advenimiento de una nueva política hasta los que se sentían vivamente traicionados, en especial entre las bases de los liberal demócratas, que no podían creer que el resultado de estas elecciones fuera una alianza con los conservadores. Para los laboristas queda un último foco de atracción. Gordon Brown renunció a su cargo y dimitió como líder partidario, poniendo en marcha todo el mecanismo interno para encontrarle un reemplazante. La elección interna tiene un valor agregado porque, al parecer, dos hermanos, el ex canciller David Milliband y el ex ministro de Energía y Medio Ambiente Ed Milliband, van a ser los principales candidatos a reemplazar a Brown.