EL MUNDO
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En la mente de Sharon
› Por Claudio Uriarte
Poco a poco, Ariel Sharon va consiguiendo sus objetivos. Que no son, desde luego, los de asesinar a Yasser Arafat ni desmantelar su Autoridad Palestina, sino obligarlos a que hagan la tarea para la cual fueron repatriados desde Túnez, en 1993: combatir a sus fracciones más violentas y radicalizadas. Una parte del plan empezó a cumplirse ayer, con la ruptura de la OLP y la salida de su Comité Ejecutivo del Frente Popular para la Liberación de Palestina en protesta por el arresto de su líder Ahmed Saadat por orden de Arafat: si Arafat va a reprimir a los violentos la fractura de su movimiento es inevitable, y un período de guerra civil interpalestina puede ser el puente también inevitable a un acuerdo de paz. Otra parte de la operación se estuvo dibujando esta semana en dos encuentros discretos, donde Sharon, en su primera reunión con palestinos desde que asumió el poder hace un año, expuso a la plana mayor de Arafat el miércoles las demandas de mínima de este momento –cesar la violencia y entregar a los responsables– para que luego su canciller Shimon Peres completara la operación en Nueva York planteándole a Ahmed Qurei, presidente del Parlamento palestino y uno de los participantes de la reunión con Sharon, lo máximo que Israel puede conceder, también en este momento: la proclamación de un Estado Palestino interino en el 42 por ciento de Cisjordania y el 80 por ciento de Gaza que está bajo control de la Autoridad de Arafat.
Desde luego, la pregunta aquí es cuánto queda de esa autoridad. Y la respuesta es que bastante. Desde el 16 de diciembre hasta el hallazgo del contrabando de armas iraníes a principios de enero, una relativa calma se mantuvo, gracias a los deseos de Arafat de congraciarse con Estados Unidos. El arresto de Saadat también fue un paso en esa dirección. Y una diferencia es que Arafat está hoy casi completamente desacreditado en EE.UU. “Durante nuestras reuniones en Medio Oriente, me contó tales mentiras flagrantes que llegué a la conclusión de que es una persona en que no se puede tener la menor confianza”, dijo el general Anthony Zinni, mediador norteamericano, en una reciente cena en Washington. Zinni también tuvo palabras duras para Mohamed Dahlan y Jibril Rajub, jefes de seguridad palestina en Gaza y Cisjordania: “El primero cuenta los muertos, y el segundo, las armas”, para terminar calificando a Arafat como “capo di tutti capi”. La cuestión para Israel y Estados Unidos es si el Padrino que perciben puede convertirse -con ayuda de la primera, desde luego- en el Jefe de Policía.
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