EL MUNDO • SUBNOTA › HABLAN LOS VECINOS DE LA MANSIóN EN QUE FUE ABATIDO BIN LADEN
› Por Andrew Buncombe *
Pensaron que era la casa de un traficante de drogas o de un contrabandista. Por eso, los vecinos habían aprendido a no prestarle atención. El lechero no tocaba el timbre. Solamente dejaba el pedido en la puerta verde de doble hoja. Si a alguien se le ocurría acercarse a la pared color crema, seguramente alguien se asomaba para escarmentarlo y decirle que se fuera. De manera similar, los vigilantes barbudos les daban dinero a los niños para que compraran pelotas nuevas, cuando alguna con las que jugaban al cricket caía dentro del predio cercado.
“Existía el rumor de que la persona que vivía allí era un contrabandista de Peshawar”, reveló Hussain Jaffri, que vive en el barrio Thanda Choha, en Abbottabad. Su casa mira a la mansión ocupada por Osama bin Laden. “En esta zona todo el mundo sabe que donde hay una casa grande hay también dinero negro, tal vez proveniente de la cocaína”, continuó.
Entre polvorientos callejones y campos cuidadosamente sembrados donde viven y trabajan los involuntarios vecinos de Bin Laden, se puede ubicar la escena que se hizo pública el domingo: una comunidad unida que tenía leves sospechas respecto de los ocupantes de esa residencia de tres pisos, pero que, cualquiera sea la razón, eligieron no seguir escarbando en el asunto. “Cuando existe un rumor como éstos, a nadie se le ocurre ir y golpear la puerta”, sentenció Jaffri.
Los vecinos adujeron que los habitantes de la mansión, rodeada de álamos y perales, tenían contacto mínimo con ellos. No celebraban fiestas religiosas o nacionales, no compartían el tiempo con otras personas y tenían muy poco contacto con comerciantes. Uno de los ocupantes, al que las personas del barrio bautizaron Nadeem, salía de la residencia a bordo de una Suzuki roja en busca de provisiones cotidianas. Regresaba a diario con una cabra, posiblemente para matanza. Ninguno declaró haber siquiera visto al pasar al fugitivo saudita de 54 años, que según la información que circula alrededor del mundo vivía en el segundo piso del edificio.
El complejo habitacional fue diseñado como si la prioridad hubiera sido evitar llamar la atención de los curiosos. Además de los altos paredones que cercan la casa, fue rellenado cualquier hueco en esa estructura de ladrillos que pudiera permitir espiar hacia adentro. Tanto es así que también fue tapiada una ventana que daba a la calle. Cualquiera que quisiera entrar en la casa debía tocar timbre y anunciarse a través del intercomunicador.
Sin embargo, el lugar donde estaba localizada es el detalle más notable de la propiedad, que algunos vecinos apodaron “mansión” (Waziristan Haveli en el idioma local). Es que la casa se encuentra a menos de una milla de distancia de la Academia Militar KaKul, una prestigiosa escuela militar donde una alta autoridad militar de Pakistán, Gen Ashfaq Kayani, ofreció un discurso hace dos semanas.
Pero aún más cerca de la casona se emplaza la mansión de Amir Aziz, un oficial que, se cree, está prestando servicio con el cuerpo médico del Ejército. Los vecinos informaron que Aziz vive allí desde hace muchos años y que, antes que él, fue su padre quien ocupó la residencia. Sin embargo, nadie atendió cuando este cronista llamó a la puerta, aunque podían verse niños jugando dentro de la casa.
Muchos se preguntaron cómo Bin Laden y su pequeño círculo íntimo pudieron estar viviendo allí, tan cerca del corazón del establishment paquistaní, sin que nadie se enterara. Si los vecinos tuvieron sospechas, ¿cómo es que la policía no investigó nunca, especialmente con tal proximidad de la academia militar? ¿Por qué los vecinos nunca se animaron a seguir indagando sobre el tema? El arresto de un sospechoso de Al Qaida, Umar Patek, unos meses atrás, debería haberles llamado la atención.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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