EL MUNDO
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Con los kurdos, a tiro de misil de Saddam Hussein
Juan Carlos Sanz *
Desde Erbil
Las mujeres y los niños huyeron al campo mientras los hombres empuñan las armas en el Kurdistán iraquí. Erbil, la capital del territorio que escapa al control de Saddam Hussein desde 1991, era anoche una ciudad fantasma, patrullada por los “peshmergas” (milicianos) en medio de continuos apagones y sometida de hecho a toque de queda. Los líderes kurdos del gobierno autónomo aceptaron poner a sus más de 70.000 combatientes bajo el mando de Estados Unidos para lanzar una acción armada contra el régimen de Bagdad, según confirmó Zalmay Jalilzad, enviado especial del presidente George W. Bush ante la oposición iraquí.
Los peshmergas parecen ahora ser aún más necesarios en los planes del Pentágono para lanzar cualquier ofensiva desde el norte de Irak, a la vista del rechazo de Turquía al paso por su territorio de 62.000 soldados de EE.UU. con armamento pesado. Jalilzad se reunió el martes en Ankara con representantes del gobierno turco y con los dirigentes kurdos iraquíes Yalal Talabani, de la Unión Patriótica del Kurdistán, y Nechirvan Barzani, del Partido Democrático del Kurdistán, según una información difundida ayer por la BBC.
Turquía, cuyo Parlamento bloqueó hace un mes el despliegue terrestre de Estados Unidos para abrir un frente norte contra Bagdad, sólo aceptaría ahora el paso de tropas a través de su espacio aéreo. Pero su posición frente a los kurdos sigue siendo equívoca. El gobierno de Ankara no ocultó su voluntad de intervenir militarmente en Irak –en caso de un ataque contra el régimen de Bagdad– con el doble propósito declarado de controlar un eventual flujo de refugiados hacia la frontera turca y de proteger a la minoría turcomana del norte iraquí. Pero, por encima de todo, Turquía teme la proclamación de un Estado independiente en el Kurdistán iraquí que pueda servir de modelo para los más de 12 millones de kurdos que viven dentro de sus fronteras. Por todo ello, Jalilzad intenta poner ahora en marcha mecanismos de comunicación entre kurdos y turcos para evitar futuros enfrentamientos entre teóricos aliados y en plena retaguardia de las fuerzas estadounidenses en Irak.
Entretanto, de la bulliciosa ciudad de más de un millón de habitantes que era el pasado fin de semana Erbil no quedaba casi nada ayer al mediodía. Desde el lunes, cuando el presidente de EE.UU. lanzó su ultimátum a Saddam, casi todos los comercios permanecen cerrados y la circulación es casi inexistente en sus calles. Erbil, a 40 kilómetros de las posiciones iraquíes, y Dohuk, a apenas 10 kilómetros, se hallan dentro del alcance de la artillería pesada y los misiles del ejército iraquí. Suleimaniya, en el sur del territorio autónomo, también fue atacada con misiles tras el levantamiento contra Saddam que se desencadenó tras la guerra del Golfo.
La carretera que lleva desde Zaho, en la frontera turco-iraquí, hasta Erbil, estaba salpicada de campamentos provisionales con lonas y cuerdas levantados por las familias que han escapado de las ciudades. La mayor parte de las casas de las aldeas presentan puertas y ventanas reforzadas con plásticos para evitar la penetración de gases tóxicos en caso de un ataque químico. La movilización militar parece general, y los peshmergas, con abundante munición de reserva y cascos de combate, controlan todos los cruces del camino, en una zona próxima a la provincia iraquí de Mosul, que cuenta con una importante guarnición militar.
En los puestos de nafta de contrabando del puente de Kalar, en el límite entre el Kurdistán autónomo y el resto de Irak, el combustible aumentó de precio un 60 por ciento en las últimas 48 horas. En la orilla iraquí del río Bichuk se registraba una inusual actividad: una máquina excavadora levantaba una barricada de tierra, mientras en las colinas los soldadosiraquíes, puestos en pie en las trincheras, vigilaban la operación de sellado del puente. A pasar de la emancipación casi total de los kurdos frente al régimen de Bagdad, la carretera entre Erbil y Mosul siguió abierta al tráfico durante los 12 últimos años.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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