EL MUNDO
• SUBNOTA › OCHO MUERTOS Y UN MILLON DE TELEFONOS INCOMUNICADOS EN LA MAÑANA
¿Quién dijo que no se ataca a los civiles?
Por Angeles Espinosa
Enviada especial a Bagdad
La precisión de las bombas estadounidenses fue un pobre consuelo para los residentes del barrio de Mansur, que ayer se vieron afectados por la aniquilación de unas oficinas del Partido Baaz. Ocho personas resultaron muertas y 33 heridas. Se desconoce cuántos eran simples vecinos cuyas casas quedaron dañadas por el ataque, pero al menos dos de los ingresados en el hospital de Yarmuk eran niños. Este bombardeo, a plena luz del día, tardó en conocerse porque Bagdad se había quedado sin teléfonos en la madrugada cuando la aviación angloamericana destruyó las cuatro principales centrales telefónicas de la capital. “Al menos un millón de líneas telefónicas han quedado inutilizadas”, estimó un portavoz oficial. Esa cifra coincide con los datos recabados por esta enviada en los distintos centros alcanzados y que fijaban en el 80 por ciento los teléfonos silenciados.
“Gracias a Dios nos hemos salvado”, repetía aún incrédula Sadia, la mujer de Saad Abdelkarim Ayib, mientras sus cinco hijos correteaban entre los escombros. Tres horas después del ataque a la central telefónica de Al Alawiya, todavía tenían el susto en el rostro. Su casa, una modesta vivienda de planta baja adosada a uno de los muros del recinto, tembló como una cartulina. Era realmente un milagro que hubieran salido sin magulladuras de importancia de aquel estropicio. El techo se les había venido encima a la vez que les despertaba un estruendo impresionante (también despertó a los periodistas, cuyo hotel está a 500 metros). No todos fueron tan afortunados y un portavoz oficial anunció que los bombardeos del día anterior habían dejado siete muertos y 92 heridos. Poco después, justo cuando el almuédano terminaba de llamar a la oración del mediodía, tres bombas alcanzaban unas oficinas del Partido Baaz en el barrio residencial de Mansur y dejaban ocho muertos y 33 heridos, aunque resultaba difícil determinar cuántos de ellos eran simples vecinos sin relación con ese órgano del régimen iraquí.
“¿Por qué atacan la central de comunicaciones? ¿Qué sentido tiene?”, preguntaba Saad. Es lo mismo que se cuestiona Hasan al Moaeni, el director de la central bombardeada, en plena calle Saadún, una gran avenida de Bagdad. “Es una instalación civil. ¿Qué pretenden? Han dejado sin teléfono a toda la zona y aquí dos calles más atrás hay un hospital”, denunciaba Al Moaeni frente al edificio destripado de la telefónica iraquí.
El efecto es extraño. El inmueble parece haber hecho implosión. Los vidrios han saltado despedidos hacia el exterior. Su interior ha quedado vacío y un gran boquete se abre en el suelo del vestíbulo. Sin embargo, la estructura está en pie y las paredes no amenazan con derrumbarse. Los edificios vecinos apenas están afectados por la onda expansiva. A diferencia de los misiles que EE.UU. lanzó contra palacios presidenciales y oficinas gubernamentales durante los primeros días, estas bombas antibunker no provocan incendios.
Se observa también en la central telefónica de Al Rashid, el principal centro de comunicaciones de Rusafa, la orilla oriental de Bagdad. Allí, el primer intento de destrucción de esta instalación en la noche del miércoles al jueves falló y sólo agujereó la calzada adyacente. Pero los aviones de la alianza angloamericana volvieron a repetir el intento 24 horas después y en esta ocasión lo lograron. La bomba entró limpiamente por el tejado sin que aparentemente destrozara otra cosa que la antena de comunicaciones. Tras la fachada, el interior estaba destruido.
“El último técnico había abandonado el edificio apenas diez minutos antes”, explicó Salah Mehdi Salamada frente a la central telefónica de Al Maamún que quedó inutilizada a las dos y media de la madrugada de ayer, tras un primer intento fallido el día anterior. También resultó alcanzadala telefónica de Adhamiya, como la anterior en Karg, la orilla occidental del Tigris.
En un recorrido por el centro de Bagdad, esta enviada tuvo la sensación de que los bombardeos de las 24 horas anteriores se habían dedicado a repasar objetivos. El cuartel general de la Guardia Republicana, alcanzado en días pasados, desapareció ayer de la vista de quienes atraviesan la avenida Karradat Mariam, completamente aplastado por un nuevo proyectil.
La ausencia de comunicaciones telefónicas hará aún más difícil los interminables días de encierro de los habitantes de Bagdad. Hasta ahora podían al menos mantenerse en contacto con familiares y amigos para interesarse por su situación. Tal vez por ello, ayer se incrementó ligeramente la presencia de civiles en la calle durante la mañana.
“Todos estamos con Saddam Hussein frente a Estados Unidos”, aseguraba convencido uno de ellos. agregando que “su ejército no viene a liberarnos”. “Ganaremos, si Dios quiere”, se despedía después de haber invitado a tomar té a los informadores.
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