EL MUNDO • SUBNOTA
El paquete de medidas anunciado ayer por el presidente Nicolas Sarkozy fue comparado inmediatamente por legalistas franceses con las medidas draconianas tomadas por George W. Bush tras los ataques del 11-S. Aunque el presidente llamó a la unidad nacional, su partido político y la campaña ya han intentado sacar ventaja electoral de los homicidios. Hasta ahora la seguridad y el crimen tenían un rol secundario en la agenda presidencial. A un mes de la primera vuelta el 22 de abril, funcionarios del partido de centroderecha comenzaron a acusar al candidato socialista Françoise Hollande de ser laxo en materia criminalística y de seguridad. Por su parte, los hombres del socialista aseguran que habrá un antes y un después de Toulouse y que comenzó una nueva campaña presidencial. La candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, también intentó sacar partido ayer de los asesinatos para recuperar terreno perdido. Reafirmó lo que aseguró viene predicando hace tiempo: que los distritos pobres multirraciales incurren en lo que definió como “fascismo islamista”.
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