“Personalmente, mi posición y la de mi administración es que la legalización no es la respuesta... Habría un comercio masivo de drogas y si no existen límites las condiciones podrían ser más dañinas que las que existen en este momento”, dijo el presidente norteamericano durante la VI Cumbre de las Américas, en una charla que compartió con sus pares de Brasil, Dilma Rousseff, y de Colombia, Juan Manuel Santos. “Dadas las presiones que tienen muchos países de la región, que tienen menos recursos que la violencia que enfrentan, yo creo que es comprensible que busquen nuevos enfoques, y queremos trabajar con ellos”, respondió durante una entrevista televisiva en Cartagena de Indias, en el marco de la cumbre.

El resultado de ese encuentro, donde el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, propuso debatir la regulación de la producción y dispendio de drogas ilegales, mostró un punto en común entre los mandatarios americanos: “La necesidad de analizar los resultados de la actual política de drogas”, como anunció Santos. La Organización de Estados Americanos será el órgano revisor. Y Estados Unidos tiene mucho que enseñar, a juzgar por las conclusiones sobre las consecuencias de la persecución policial citados en su Plan Nacional de Drogas.

Según ese texto, el 53 por ciento de las personas con uso problemático de sustancias que están presas tuvieron tres condenas previas, efectivas o permutadas por una probation. La iniciativa destaca la necesidad de romper el circuito de arresto, prisión, libertad y rearresto con asistencia “en empleo, casa, seguro médico y otras formas de apoyo para su reinserción social”. Además, hay una disparidad: “Los miembros de minorías tienen más posibilidades de ser arrestados por delitos de drogas y condenados con extensas condenas que sus pares blancos”. Hay casi 66 por ciento más de afroamericanos presos por transgredir la ley de drogas que “caucásicos”.