EL MUNDO • SUBNOTA › LA FASTUOSA CASA DE UN EX MINISTRO SOCIALDEMóCRATA ENCARCELADO
La impresionante mansión del ex ministro de Defensa del gobierno socialdemócrata Akis Tsohatzopulos, encarcelado por actos de corrupción, se ha convertido en centro de atracción turística para los ciudadanos atenienses.
› Por Eduardo Febbro
Desde Atenas
Akis Tsohatzopulos tiene una mansión con una de las vistas hacia la Acrópolis más espectaculares que se puedan imaginar. Una construcción del siglo XIX, con dos pisos, un gran balcón terraza y una vista de sueño que desemboca en la famosa “ciudad alta” del urbanismo de la Grecia Antigua. La casa de Akis Tsohatzopulos es hoy una de las grandes atracciones turísticas de Atenas porque su propietario, un ex ministro del gobierno socialista del Pasok, fue a parar a la cárcel por corrupción. La casa del ex responsable político está en la calle Dionysiu Aeropagitu, una de las más cotizadas de Atenas. El encarcelamiento es un hecho inusual para un miembro de la nomenclatura política de Grecia que ocupa el poder desde hace cuatro décadas. Un símbolo también inusual de la caída en desgracia de los socialistas del Pasok, eximios representantes de una Grecia gobernada por familias dinásticas que se transmiten el poder y los beneficios. Bajo las banderas del Pasok, Akis Tsohatzopulos ocupó la cartera de Defensa entre 1996 y 2000. Entre otros deslices, la Justicia lo encausó por haber omitido declarar al fisco la casa de la Acrópolis. Pero ése es sólo uno de los cargos que lo condujeron a la cárcel: se lo acusa de lavado de dinero y de haber conformado una organización criminal en un caso que lo conecta con la compra de armas.
La Justicia lo acorraló por haber utilizado su cargo a la cabeza del Ministerio de Defensa para cobrar sobornos que se pagaban por medio de una empresa offshore. Los contratos impugnados conciernen a la compra de un sistema antimisil ruso y de submarinos alemanes a las empresas Thyssen Krupp y Ferrostaal. Su arresto se produjo en abril pasado e intervino en uno de los momentos más turbios de la crisis griega. Pero fue una excepción: era la primera vez que un ministro iba a la cárcel en los últimos veinte años. La caída en desgracia de Akis Tsohatzopulos es extensiva a su propio partido: los destinos están ligados, son convergentes. Akis Tsohatzopulos fue tras las rejas en momentos en que el Pasok pasaba del 44 por ciento de los votos obtenidos en las elecciones de 2009 al 13 por ciento de mayo del 2012, un porcentaje similar al que ganó en las urnas al cabo de las elecciones del 17 de junio. Los comentaristas describen a Akis Tsohatzopulos como un lacayo obediente de quien fuera dirigente del Pasok y primer ministro hasta el año pasado, Andreas Papandreu. Los diarios cuentan en broma que cuando Papandreu le preguntaba la hora, Tsohatzopulos le decía al ex jefe del Ejecutivo “la hora que usted quiera”. Esa obediencia lo propulsó a la cima de los beneficios: celebró su casamiento en Francia con una estadía en uno de los hoteles más caros de París y nadie ignoraba que pasaba sus vacaciones en lugares con precios inaccesibles para el salario de un ministro.
Pero las armas son un negocio infinito y Akis Tsohatzopulos no resistió la tentación. Sus manejos eran conocidos por todos, y hasta muchas veces denunciados por los medios. Impune y protegido, el ex ministro recurría a la Justicia para atacar a quienes revelaban sus verdades. Pero Tsohatzopulos cometió un error: se olvidó de señalarle al fisco que poseía una casa con vistas memorables y a un precio inaudito. Este cabecilla del Pasok se había comprado la casa –y otros bienes inmobiliarios– con el dinero obtenido bajo la mesa con la compra de las armas rusas y alemanas. La Justicia le descubrió cuentas en Suiza y facturas poco menos que memorables: más de 34.000 euros por un sillón, 20 mil por una mesa ratona, otros 20 mil euros gastados en cortinas. Todavía puede leerse una pintada en una fachada lateral de la casa de Tsohatzopulos: “¡Cómanse a los ricos!”. Su casa se ha convertido en un espectáculo al aire libre, una muestra gratuita que dejó al desnudo la dimensión de la corrupción política y la impunidad. Akis Tsohatzopulos seguía gastando su dinero, haciendo compras lujuriosas a la vista de todo el mundo cuando Grecia entraba en el incierto túnel de los ajustes y la austeridad.
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