EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Gastón Chillier*, Joy Olson**, Marino Alvarado Betencourt***, Juana Kweitel**** y Vera Jarach*****
Sin lugar a dudas, la situación de Venezuela ocupará un espacio destacable en las discusiones durante la próxima Cumbre de las Américas que se realizará en Panamá el 10 y 11 de abril.
Por un lado, despierta especial preocupación el creciente hostigamiento por parte del gobierno venezolano a defensores de derechos humanos, en particular a aquellos que utilizan los mecanismos internacionales. También es alarmante la cada vez más frecuente represión de la protesta social.
Por otro lado, las sanciones a funcionarios venezolanos impuestas por los Estados Unidos de manera unilateral y la orden ejecutiva que describe a Venezuela como una “amenaza de seguridad nacional” han recibido un amplio rechazo en la región.
Estos hechos resaltan la necesidad de que los Estados, reunidos en Panamá, se comprometan con el fortalecimiento y la ampliación del multilateralismo regional de manera que pueda ayudar a la sociedad venezolana y a sus instituciones políticas a encontrar el camino hacia la estabilidad democrática y el respeto de los derechos humanos. Como primer paso, durante la Cumbre, los Estados deben buscar que el gobierno de Venezuela se comprometa a respetar el ejercicio pleno de los derechos humanos y los distintos mecanismos nacionales e internacionales que los protegen. Asimismo, se debe convocar a Venezuela a reingresar a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de la que el país decidió dejar de ser parte en septiembre de 2013. La Convención es un importante logro de los pueblos y apartarse de ella los deja desprovistos de su protección.
El segundo paso en esta misma dirección debería ser que, si existe un interés genuino en contribuir a resolver la crisis política que vive Venezuela, los Estados de la región realicen todas las gestiones posibles para garantizar el restablecimiento de un diálogo amplio y efectivo que incluya a la pluralidad de las fuerzas políticas y sociales de ese país. Igualmente deben abogar para que las elecciones parlamentarias sean realizadas en el segundo semestre de 2015 y en condiciones que permitan que el resultado sea incuestionable. Tanto la OEA como la Unasur tienen un papel fundamental a cumplir en esas elecciones, a través del envío de observadores.
Finalmente, los Estados deberían condenar enérgicamente las sanciones impuestas de modo unilateral por los Estados Unidos a través de la Ley 113-278 del Congreso, aprobada el 18 de diciembre de 2014, así como la orden ejecutiva del presidente Barack Obama, del 9 de marzo de 2015.
La Cumbre de las Américas en Panamá será la primera después del anuncio del presidente Obama del restablecimiento de las relaciones con Cuba y también la primera después de la elección del ex canciller uruguayo Luis Almagro como nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). La combinación de estos dos factores constituye una auténtica oportunidad para reposicionar a la organización como una institución central para la resolución multilateral de los conflictos políticos que involucran a todos los países del continente.
* CELS ** WOLA (EE.UU.), *** PROVEA (Venezuela), **** Conectas (Brasil) y ***** Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
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