Jue 02.07.2015

EL MUNDO • SUBNOTA  › QUEDAN SERIOS CONFLICTOS POR RESOLVER ENTRE LOS DOS PAíSES

La agenda de la normalización

El eje de la disputa pasa porque Washington insiste con su política de derechos humanos hacia la isla y el gobierno de Raúl Castro exige el fin del bloqueo que lleva casi 53 años y medio. Pero hay otras diferencias insoslayables.

› Por Gustavo Veiga

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas y su consecuencia, la apertura de embajadas anunciada ayer, no significa la normalización del vínculo entre Estados Unidos y Cuba. Eso es otra cosa. La crónica de un cambio estable y perdurable entre los dos países todavía está por escribirse. Quedan distintos y serios conflictos por resolver. El eje de la disputa pasa porque Washington insiste con su política de derechos humanos hacia la isla y el gobierno de Raúl Castro exige el fin del bloqueo que lleva casi 53 años y medio. Pueden enumerarse también otras diferencias insoslayables: Cuba pide la devolución de una parte de su territorio, donde EE.UU mantiene la base-presidio de Guantánamo y el gobierno de Barack Obama compensaciones económicas por la nacionalización de empresas norteamericanas en los primeros años de la Revolución Cubana. La lista de reclamos mutuos es larga, aunque no simétrica.

La relación entre Estados Unidos y Cuba empezó a dar signos vitales el 17 de diciembre del año pasado. Desde entonces, se avanzó en aspectos formales de su instrumentación. El más significativo fue el anuncio de que el 20 de julio próximo abrirán sus embajadas en las dos capitales. “Tomó tiempo, pero ese momento ha llegado”, dijo Obama, aunque el Estado cubano le recordó al presidente que “no podrá haber relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos mientras se mantenga el bloqueo económico, comercial y financiero.”

Las consecuencias para el país caribeño tienen su correlato numérico. Desde que el gobierno de John Kennedy aplicó el embargo el 3 de febrero de 1962, Cuba estima que el impacto sobre su economía llegó a los 116.880 millones de dólares en pérdidas. Reclama por eso una indemnización que supera en dieciséis veces lo que le exige Estados Unidos como reparación por las expropiaciones de sus empresas. Además, la correlación numérica debe leerse en términos políticos. La ONU vota año tras año la condena al bloqueo. En 2014, la lista llegó a 188 países que aprobaron la resolución contra apenas dos: Estados Unidos e Israel. Hubo tres abstenciones.

Todo empezó con la reforma agraria de la Revolución, que en mayo de 1959 afectó los latifundios de propietarios norteamericanos. Un in crescendo de medidas y contramedidas llevó a la crisis de los misiles en octubre de 1962. Ese fue el punto de inflexión. En 1960 el gobierno de Dwight Eisenhower ya había suspendido la cuota azucarera cubana que entraba al mercado de EE.UU. La Habana respondió con la nacionalización de compañías en varios sectores clave de su economía: teléfonos, electricidad, refinerías de petróleo, bancos. De ahí que hoy reclame unos 7 mil millones de indemnización que cubren 5900 demandas contra Cuba.

Seis días antes del anuncio de Obama sobre la apertura de embajadas, el secretario de Estado de su gobierno, John Kerry, denunció ante el Congreso estadounidense a Cuba por violaciones a los derechos humanos. La lista se completó con acusaciones semejantes contra México, Venezuela y Ecuador. Admitió también en su informe anual sobre el mundo que en su país se violaron los derechos humanos en 2014: “No podemos más que ser humildes cuando hemos visto lo que hemos visto en el último año en términos de desacuerdos y disturbios raciales”, dijo. Ergo, los asesinatos de negros a manos de la policía.

Estados Unidos y Cuba también se reclaman la extradición de acusados por atentados terroristas. Luis Posada Carriles, nacionalizado estadounidense, es el más conocido. Lo responsabilizan de la voladura de un avión comercial cubano el 6 de octubre de 1976. En él, viajaba una nutrida delegación de deportistas de la isla.

La lista de demandas es demasiado extensa y algunas, en buena medida, no pudieron resolverse porque el gobierno de Obama está sujeto a una serie de prerrogativas cedidas al Congreso desde que rige la Ley Helms-Burton del 12 de marzo de 1996. Se votó durante la presidencia de Bill Clinton. La política exterior hacia Cuba la conducen los senadores y diputados. No el presidente, aunque tiene amplias facultades que podrían moderar los efectos que causa el bloqueo, pero desde diciembre del año pasado no las instrumentó.

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