EL MUNDO • SUBNOTA › HOLLANDE ENFRENTA UN COMPLEJO TABLERO POLITICO
Las diferencias entre las potencias sobre cómo desactivar al Estado Islámico quedan de vuelta en primer plano, mientras la organización terrorista ataca a sus principales enemigos.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
El reloj de la barbarie se puso en marcha al mismo tiempo que el reloj político. Falta un puñado de horas para que amanezca y las ambulancias siguen trayendo heridos al Hospital de la Salpêtrière, en el distrito 13 de París. “El combate será sin piedad”, dijo ayer el presidente francés, François Hollande, cuando llegó a las inmediaciones del teatro Bataclan, donde los terroristas provocaron el mayor número de muertos (80 según el último saldo provisorio). La fecha de esta noche sangrienta resuena como un presagio mayor: la serie de siete atentados perpetrados en París por lo que se supone es una célula del Estado Islámico se produce en vísperas de la cumbre que este sábado se celebra en Viena con el improbable objetivo de encontrar una salida al espantoso drama que se juega en Siria. Las potencias no estuvieron de acuerdo sobre la forma de neutralizar al Estado Islámico y tampoco están ahora en sintonía sobre la suerte que se le debe reservar al presidente sirio Bashar Al-Assad. Mientras el Estado islámico sigue creciendo y es capaz de golpear a las potencias en su propio corazón, las países de Occidente y Rusia se siguen dividiendo en torno de un interrogante sin salida: ¿Bashar Al-Assad debe dejar el poder o puede participar en una transición política aún borrosa?
Lo cierto es que mientras este interrogante sigue sin encontrar respuesta, el Estado Islámico arremete contra los miembros más eminentes de la coalición que lo combate en Siria. Estos son dos: Rusia y Francia. A Rusia, que se aunó a la colación para erradicar las bases del EI en Siria, le voló un avión en pleno vuelo con más de 240 personas adentro y a Francia la golpeó el 13 de noviembre en su lugar más emblemático, París, a una hora nada común, de noche, en una concentración popular, una cancha de fútbol, y en barrios de moda frecuentados principalmente por los jóvenes. También atentó contra Turquía y luego contra el grupo libanés Hezbolá, aliado del poder sirio que, en principio, el Estado islámico combate (43 muertos y 230 heridos en un suburbio del sur de Beirut). Nadie está de acuerdo sobre la forma y el contenido que debe revestir una transición en Siria. El presidente ruso, Vladimir Putin, descartó la posibilidad de que se excluya a Bashar Al-Assad del proceso de transición. Esa opción, es decir, el jefe del Estado dentro del proceso, es rotundamente rechazada por Francia, país que, a su vez, es el más amenazado por el Estado Islámico. Hace dos semanas, la veintena de países que forma parte del grupo que trabaja en una solución política en Siria había pactado un plan mínimo que comprendía un alto el fuego, la reanudación de las negociaciones entre el poder y la oposición bajo la autoridad de la ONU y la celebración de elecciones generales. Putin exige sin embargo que Bashar Al-Assad sea un protagonista de todo el proceso y que, antes de cualquier decisión, se realice una reforma de la Constitución mediante un referendo.
La serie de atentados –Turquía, Rusia, Líbano y París– que marcaron la agenda de las últimas semanas pondrá en tela de juicio todo lo negociado hasta ahora. La seguridad de Occidente parece jugarse en el destino de la sangrienta guerra siria. Los políticos y los servicios secretos vienen repitiendo desde hace meses que una nueva hecatombe podría intervenir en cualquier momento. Hace un mes, el juez antiterrorista francés Marc Trévidic dijo al semanario Paris Match “lo peor está por venir...”. En las ultimas semanas, los hackers del Islamic Cyber Army habían anunciado: “Francia, ahora te toca el turno”. Lo peor llegó anoche bajo el tumulto de un enredo monumental armado por las mismas potencias que, con bombas y extrañas alianzas, pretendieron erradicar un mal que ellas mismas contribuyeron a crear. Ahora se muestran incapaces de elaborar una solución política luego de que fracasara la opción militar, es decir, entrenar y armar a la polifónica oposición siria y bombardear el país. Aunque los atentados de Paris aún no fueron reivindicados, los órganos de propaganda del Estado Islámico celebraban esta madrugada la carnicería cometida en la capital francesa. Apenas unas horas después de los actos terroristas, Dabiq, uno de los canales de comunicación del EI, escribía: “Francia envía sus aviones a Siria para bombardear cada día a los niños y los ancianos. Hoy bebe en la misma copa”. El Estado Islámico ha creado un espantoso efecto mariposa. Cualquier vuelo en sus territorios suscita un terremoto en el mundo. Más de un año después de que Estados Unidos iniciara en Irak los bombardeos contra las bases del EI nada ha cambiado. Ni Rusia, que entró tarde en el juego, ha podido debilitarlo.
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