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Una elección a la medida de Putin en la irregular “democracia” rusa
Por Pilar Bonet *
Desde Moscú
El partido Rusia Unida (RU), formado por los seguidores del presidente Vladimir Putin, es el favorito en las elecciones legislativas que se celebran mañana. La campaña por los 450 escaños de la Duma Estatal (la Cámara baja del Parlamento) concluyó ayer marcada por un acto terrorista en el norte del Cáucaso, que difícilmente influirá sobre el resultado de las urnas. Desde el fin de la Unión Soviética, RU es el tercer intento del Kremlin de formar un gran partido para la trasmisión de las decisiones del Ejecutivo al Legislativo.
El resultado de estos intentos, realizados en parte con la misma gente, ha sido un conglomerado de funcionarios y líderes provinciales, pero no una estructura de partido occidental. RU tiene 650.000 afiliados y 2 millones de simpatizantes, según dijo el lunes su cabeza de lista y ministro del Interior, Boris Grizlov, en la fiesta de fin de campaña celebrada en Moscú, de la cual él fue el único protagonista político vivo. Sus compañeros a la cabeza de la lista, el ministro de Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigú; el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y el líder de la república de Tatarstán, Mintimer Shaimíev, sólo aparecieron en videoclips proyectados en pantallas gigantes entre actuaciones de coros del Ministerio del Interior (de uniforme), grupos de rock y conjuntos folklóricos, y todo ello salpicado con rayos láser, imágenes de Putin y documentales retrospectivos de los éxitos de la URSS. El repertorio de consignas de RU incluye “centrismo”, “estabilidad”, “bienestar” y “orgullo por la historia patria”.
En su campaña electoral, Grizlov ha jugado al escondite con los electores y la prensa. El ministro ha estado en todos los noticieros de la televisión estatal y tiene una página de Internet que recoge sus viajes por Rusia. Sin embargo, entre la “imagen virtual” que canta e inaugura puentes en la pantalla y la “presencia viva” de este peterburgués de la confianza de Putin, ha mediado un muro difícil de franquear: su objetivo ha sido impedir que los periodistas se colasen por su cuenta en auditorios estrictamente controlados. “El programa de viaje es secreto”, “sí, el ministro participa en un partido de fútbol mañana, pero la acreditación se terminó ayer”, “el ministro interviene de forma espontánea en la calle”. Todas las gestiones ante los responsables de prensa de RU fueron inútiles. Esta corresponsal no había encontrado jamás tanta hostilidad ante el simple deseo de asistir a un acto electoral en provincias. Por fin, ayudado por amigos, este diario se coló en dos citas de Grizlov en Ufá, capital de Bashkortostán, una república petrolera que forma parte de la Federación Rusa y queda al sur de los Urales. El seguimiento de incógnito sirvió para constatar que el ministro tiene un discurso aburrido, plagado de clichés y de “préstamos” de otros oradores y también que aprovecha el restringido acceso de la prensa para dar mensajes particulares a cada auditorio sin alterar la “imagen virtual” que de él facilita la televisión central. Así, en el Instituto del Petróleo de Ufá, Grizlov recomendó a los estudiantes que votaran por uno de los personajes más criticados por los defensores de derechos humanos de Rusia: Murtazá Rajímov, presidente de Bashkortostán desde 1993 y personaje clave para recolectar los votos que RU necesita en esa república donde los comunistas son fuertes. En julio, cuando Grizlov estaba en plena campaña contra la corrupción policial, activistas de Bashkortostán amparados por la Comisión de Derechos Humanos de la presidencia de Rusia se trasladaron a Moscú y pusieron sobre la mesa del ministro un informe que acusaba a la policía bashkira de detener con cargos falsos, propinar palizas, torturar y hasta de posibles asesinatos. Entre los casos recogidos estaba la condena de un inocente a 17 años de cárcel y la sospechosa muerte de una víctima de palizas policiales, que pretendía denunciarlas. Varias comisiones del Ministerio del Interior han acudido infructuosamente a Ufá desde entonces, pero las investigaciones en marcha no fueron obstáculo para que Grizlov pidiera el voto para el cacique local que trata de revalidar su voto por cinco años más mientras su hijo, Ural Rajímov, se hace con el control de la industria petrolera local imitando el modelo de Azerbaiyán. El apoyo de Grizlov era para consumo local y no se reflejó en la televisión central ni en la página de Internet del ministro.
No contento con apoyar a Rajímov ante unos estudiantes dóciles, que sólo le hicieron las preguntas consensuadas con sus dirigentes académicos, el ministro puso al cacique como un ejemplo por sus éxitos económicos ante un público de gobernadores provinciales, que viajaron para asegurarle que se emplearán a fondo en pro de la victoria “absoluta” de RU. Veintiocho gobernadores provinciales figuran en la lista de RU.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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