Desde ayer, 12 países europeos tienen una moneda. Desde hace un poco más, un solo país como Argentina puede tener hasta tres monedas, y otras proyectadas, o ya no. Y no sólo eso: se pensó, y ahora se vuelve a pensar, que esa única moneda europea puede formar parte de una convertibilidad ampliada para el malogrado peso argentino. Pues bien, en Europa la crisis argentina es una inspiración para pensar el futuro del euro. El presidente del derechista Movimiento por Francia, Philippe de Villiers, dijo que el nacimiento del euro “es un error geoestratégico” y que “lo que ocurrió en la Argentina podría pasarnos a nosotros”. ¿Por qué? Porque, según De Villiers, la Argentina dejó el peso por el dólar y dejó que Washington le dictara su política, y lo mismo ocurrirá con los países del euro. Pero otros personajes, más trascendentes políticamente, opinan lo contrario. Tal es el caso del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi: “Si no hubiésemos contado con el euro, el 11 de setiembre, y ahora la crisis argentina, habrían tenido un terrible impacto en Europa”, dijo al diario Die Presse. Claro que por momentos los problemas de los europeos se parecen a los de los argentinos. Las colas frente a los bancos fueron larguísimas, y aunque en Bélgica, por ejemplo, se vanagloriaron de que hubo un promedio de 600 operaciones bancarias por minuto, lo cierto es que algunos cajeros no funcionaron, u otros, como el de uno cerca de la Bolsa de París, comenzó a entregar euros antes de las doce de la noche del 31 de diciembre. “Cuando los símbolos se pueden tocar con la mano doblan su capacidad. El euro era hasta ayer un acto de fe”, dijo ayer en un editorial el diario italiano La Repubblica. Habrá qué acto de fe monetario puede haber aquí, del otro lado del Atlántico.