Dom 07.04.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

Sharon 1, Bush 0

› Por Claudio Uriarte

La primera fase de la Operación Muro Defensivo está por completarse. Consistía en destruir la infraestructura y poder de policía de la Autoridad Palestina, y eso es lo que se ha estado haciendo en estos días. Lo que viene es la profundización de la ofensiva hacia abajo, para la destrucción de las redes de militantes de Brigadas de los Mártires de AlAqsa, Hamas, Jihad Islámica y la pregunta es cuánto tiempo y poder de resistencia tendrá Ariel Sharon si la presión norteamericana para un cese al fuego se vuelve irresistible.
Tampoco puede saberse si esto ocurrirá. Lo que ha dicho George W. Bush sobre Medio Oriente desde su vuelco proárabe del jueves hasta su insistencia de ayer en un retiro “inmediato” de las fuerzas israelíes parece redactado por un comité de compatibilización de puntos de vista ministeriales antagónicos que expresan al mismo tiempo distintos tipos de listas de deseos: Sharon debe parar la invasión, Yasser Arafat debe parar el terrorismo, Irán y Siria deben parar su ayuda a los palestinos; Israel debe parar los asentamientos, la Autoridad Palestina debe parar la incitación a la violencia antijudía, Irak debe parar su construcción de armas de destrucción masiva, etc., etc. En resumen: la guerra debe parar y la paz debe reinar, sin que se dedique la menor consideración a los antecedentes que llevaron a esta situación, para no hablar de cuestiones realmente de fondo como el futuro estatus de Jerusalén o el derecho al retorno de los refugiados palestinos. Todas estas cosas pueden decirse si quien las dice está dispuesto a respaldar sus palabras con hechos, lo que en el caso de Medio Oriente requeriría nada menos que el despliegue in situ de una fuerza militar norteamericana de no menos de 20.000 hombres. Es inverosímil que eso ocurra: la memoria del Líbano, donde la voladura de un cuartel de marines en 1983 produjo un veloz regreso a casa, sigue viva, y en cualquier caso Israel no aceptará una fuerza de intervención sujeta a los frecuentes vaivenes de política exterior de un Washington cada vez más dependiente del diktat de las grandes compañías petroleras (y por lo tanto, e indirectamente, de los productores árabes). “Thanks but no, thanks”, podrá decirle Sharon al general retirado Colin Powell cuando llegue, en algún momento de la semana que viene.
Desde luego, un triunfo de Sharon no significará el fin del problema palestino. Su objetivo es ganar una batalla, no la guerra. La guerra seguirá –aunque de otros modos– porque las condiciones de la paz no están dadas desde ninguna de las partes.

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