EL MUNDO
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Cómo se desarmó el golpe más efímero
Por Juan Jesús Aznárez
Enviado especial a Caracas
El golpe de Estado contra Hugo Chávez fracasó a las 48 horas porque sus promotores entraron en colisión unos con otros. Se impusieron la derecha y el revanchismo, el sector que redactó un decreto-ley que arrasó con la Constitución Bolivariana y determinó el alejamiento de los militares moderados y del principal sindicato de trabajadores. El heredero de la familia Pérez Recao, principal accionista de la petrolera Venoco, fue mencionado como dueño de la voluntad de Pedro Carmona, empresario al frente de un gobierno provisional que puso a Venezuela al borde de la anarquía y la guerra civil.
La alianza contra Chávez establecida por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la patronal Federación de Cámaras (Fedecámaras), dirigida por Carmona, quedaba hecha trizas al publicarse, la noche del viernes, el primer decreto-ley de la presidencia de facto instalada un día antes, mientras en la calle crecían las protestas y la insurrección de los batallones leales al jefe de Estado. La CTV no había sido consultada, y su jefe, Carlos Ortega, se sintió traicionado. “Atenta contra el derecho y libertad del movimiento obrero”, condenó.
El decreto había cerrado el Congreso, anulado el Poder Judicial y dotado de poderes constituyentes a Carmona. La periodista Patricia Poleo, coincidiendo con las fuentes consultadas por este corresponsal, identificó a las personas reunidas la madrugada del jueves en la sede de la Comandancia del Ejército, para redactar la primera alocución del gobierno provisional: Pedro Carmona, y su secretario, Juan José Mejías; el jurista Allan Brewer; Isaac Pérez Recao, de 32 años, heredero del grupo de empresas de la familia Pérez Recao; y Daniel Romero, secretario privado de Carlos Andrés Pérez, contra quien Chávez encabezó un cuartelazo en 1992.
“En todas las reuniones se habló de que la junta que debía asumir la transición debía contar con el componente empresarial, el laboral y el militar”, señala Poleo. Todos los partidos, incluido el Movimiento Quinta República (MVR), fundado por Chávez y con mayoría en el Congreso, serían invitados a entrar en un consejo consultivo post Chávez. Rafael Poleo, editor de El Nuevo País, fue uno de los encargados de preparar el acta fundacional de un Ejecutivo de amplia representación. En la reunión estaba Carmona. El general Lucas Rincón, jefe de las fuerzas armadas, había anunciado la dimisión de Chávez. La realidad era otra.
También las intenciones del líder empresarial se demostraron diferentes a las de la mayoría de venezolanos presentes en las masivas movilizaciones de los últimos meses contra la revolución y belicosidad del comandante de paracaidistas. Rafael Poleo recibió una llamada de Fuerte Tiuna, desde la oficina del general Efraín Vásquez, que se había constituido en jefe de las FF.AA., relevando a Lucas Rincón. El presidente del sindicato patronal ya se encontraba “formando gobierno bajo la dirección de Isaac Pérez. Carmona los había engañado”, sostiene su hija, Patricia Poleo.
El decreto que anuló una Constitución aprobada en referéndum, en diciembre de 2000, se reservó la facultad de destituir a gobernadores y alcaldes elegidos en las urnas, y fue considerado por el historiador Jorge Olavarría, acérrimo detractor de Chávez, como “uno de los más grotescos mamarrachos de nuestra historia”. En su redacción, según dijeron varias fuentes, habrían influido los sectores más conservadores del Opus Dei venezolano. El contenido del decreto espantó al general Vásquez, que había secundado la rebelión civil, y mandó detener al presidente.
El atribulado general llamó a Luis Miquilena, ex ministro de Interior y Justicia de Chávez, de cuya administración se había apartado hacía meses. “Le hice saber el error que había cometido al dejarse llevar por una persona que iba a conducir al país a un baño de sangre”, dijo quien fuera mentor político del gobernante apresado. Vásquez retiró el apoyo de los cuarteles. “Me salgo de la jugada”, anticipó a Miquilena. Paralelamente, una violenta pueblada, los paracaidistas y otros regimientos leales a Chávez entraban en el juego, liquidando a Pedro el breve.
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