EL MUNDO
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El tercer hombre, Ralph Nader
Por E. F.
Desde Miami
El hombre ya no llena más los estadios como hace cuatro años, pero conserva un real poder de desestabilizar a los dos partidos mayoritarios de Estados Unidos. Ralph Nader, el eterno y enigmático tercer hombre de la política norteamericana, oscila entre el 1% y el 2% de las preferencias del electorado. Demasiado poco para llegar al poder, una enormidad suficiente como para privar a Bush o a Kerry del sillón presidencial.
Los demócratas acusan al candidato ecologista de haber servido en bandeja la victoria a los republicanos. Nader contraataca diciendo que el partido de Kerry es un ente oscuro, que no ha cesado de boicotearlo impidiendo que su lista estuviera presente en varios estados. “Frente a Bush y su programa contra los trabajadores, anticonsumo y antiaborto, los demócratas hubiesen tenido que ganar por abrumadora mayoría. Pero es un partido demasiado débil como para resistir a la presión de las grandes empresas. Los demócratas han mostrado que en los últimos diez años, han sido incapaces de ganar frente al peor de los candidatos, George W. Bush.”
El llamado “factor Nader” es peligroso. Allí en los Estados donde está presente, los votos que consiga habrán salido de las urnas demócratas. El recuerdo de las pasadas elecciones es una pesadilla para los estrategas de Kerry. En el 2000, Nader alcanzó el 2,7% de los sufragios. En un estado como Florida, que definió la elección de Bush por 537 votos, Nader obtuvo 97.000 sufragios. Los cálculos son simples: si no se hubiese presentado en ese estado, Al Gore estaría hoy en la Casa Blanca. Paradójicamente, su nueva aventura electoral lo puso en el mismo altar que Bush: Nader es, junto a Bush, el hombre más detestado por la izquierda norteamericana. Quienes votaron por él terminaron detestándolo. Noam Chomsky y el simpático y hábil Michael Moore hicieron de él un antihéroe por excelencia.
En el 2000, Nader era el niño mimado de la izquierda pensante norteamericana. En 2004 es el diablo en persona. Los decepcionados son tantos que hasta crearon una asociación, los “votantes de Nader arrepentidos”, y un portal en Internet (repentantna dervoter. com). Peor aún, si el actual presidente norteamericano es “sólo un adversario”, Nader es una carta con dos caras: un adversario y una amenaza. Los partidarios de Kerry temen y aborrecen su presencia en seis de los 10 “swing estates”, los estados donde la disputa es más incierta: Colorado, Maine, Minessota, New Hampshire, Nuevo México y Wisconsin. “La campaña de Nader obligó a Kerry a abrir el juego. De alguna manera, lo forzó a ser mejor de lo que era. Pero ahora no voy a votar por él. Hay demasiadas cosas en juego. Si queremos poner término a la guerra de Irak hay que sacar a Bush de la Casa Blanca. Para eso debemos votar por Kerry”. Quien habla así no es una adversaria de Nader sino Winona LaDuke, la mujer que en 1996 y 2000 acompañó al ecologista en la fórmula presidencial. Winona, indígena de la White Herat Reservation, Minessota, considera que la comunidad que representa, soportaría las consecuencias de la reelección de Bush.
Un sondeo de Zogby asegura que si Nader se retirara, 41% de su electorado votaría al demócrata, 15% por Bush y 30% por otros candidatos menores. Conscientes, los demócratas hicieron todo lo posible para apartar las candidaturas de Nader en la mayoría de los estados sensibles. Decenas de abogados pusieron manos a la obra, a fin de invalidar las firmas que el candidato presentó como garantes de su lista. El operativo fracasó en Florida, está en juicio en Pensilvania, mientras que en Oregón la candidatura de Nader fue apartada. Ayer, el Tribunal Supremo le negó que su nombre aparezca en las boletas de Ohio. Sin embargo, Nader se mantuvo en 34 estados contra 43 en 2000. Sus amigos aseguran, que pase lo que pase no se retirará porque si existe un “factor Nader” es precisamente éste, su empeño en llegar hasta el final, incluso al precio del ridículo o del colapso de los demás.
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