EL MUNDO
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Quiénes y cómo son los hombres que integran el nuevo triunvirato palestino
ROUHI FATTUH.
Sobreviviente nato
Rouhi Fattuh, 55 años, es un sobreviviente nato, especialista en aprovechar todas las oportunidades, lo que le permitió ayer convertirse en segundo presidente interino de Palestina. Originario del campo de refugiados de Rafah, Gaza, se afilió al partido gubernamental Al Fatah, cuando apenas había cumplido 18 años. En esta organización ha venido haciendo una carrera política silenciosa y servil, lo que le ha permitido llegar a lo más alto, tras fluctuar con habilidad entre los clanes y las familias, sirviendo al mismo tiempo en la “vieja guardia” que dirige Mahmud Abbas o a la “joven guardia” que acaudilla el coronel Mohamed Dahlan. Fattuh se graduó en Lengua y Literatura inglesa y Ciencia Política. En su formación militar, alcanzó el grado de teniente, con lo que consiguió ser ascendido a la cúpula de las milicias de Al Fatah. En 1983 fue nombrado diputado del parlamento en el exilio –Consejo Nacional Palestino– y en 1996 del parlamento en el interior. Con el apoyo de la “vieja guardia”, Fattuh consiguió en 2003 la cartera de Agricultura de Abbas, para luego con el respaldo de la “joven guardia” hacerse con la presidencia del parlamento en marzo de 2004. En esta etapa, animó una investigación sobre la venta fraudulenta de cemento a los israelíes para la construcción del muro, salpicando a varios ministros, para después en agosto reclamarle a Arafat que liderara el proceso de reformas. Cerró su legislatura con una doble osadía; encabezó una revuelta de altos funcionarios contra el nombramiento de Mussa Arafat, como jefe de las fuerzas policiales de Gaza, e impulsó una huelga de diputados por 30 días por el retraso en la firma por parte del presidente de las leyes votadas por el Parlamento.
AHMED QUREIA.
El negociador moderado
Ahmed Qureia, conocido como Abu Alá, nació en 1937 en Abu Dis, un suburbio de Jerusalén, en el seno de una adinerada familia. De ahí, que sus primeros pasos fueran como hombre de negocios, hasta 1968, cuando se unió a la filas de Al Fatah. Pese a sus negocios, Qureia siguió a Yasser Arafat a Túnez, cuando toda la OLP fue expulsada de Líbano. Para entonces ya se encargaba del conglomerado financiero de la OLP, que en la década del ’80 recibía cuantiosas ayudas económicas de Arabia Saudita y las monarquías árabes del Golfo.
Su ascenso político, sin embargo, fue muy paulatino. Hasta 1989 no entró en el Comité Central de Al Fatah. Su contribución a la causa marchó siempre por la vía económica, lo que lo mantuvo apartado de las luchas en la cúpula política. Sentó las bases, a través del Plan de Desarrollo de Palestina, para el gobierno de los territorios ocupados. Su plan fue presentado al Banco Mundial, en 1993. Después diseñó el Consejo Económico Palestino para la Reconstrucción y el Desarrollo, la institución dedicada a canalizar toda la ayuda internacional. Y en 1994, entró con el rais en los territorios para ocupar la cartera de Economía y Comercio. En la Conferencia de Madrid, 1991, Qureia mantuvo sus primeros contactos con el gobierno israelí y se reveló como un buen negociador. Su simpatía, talante moderado y buen hacer continuaron poniéndose a prueba en las negociaciones secretas que desembocaron en el Acuerdo de Oslo. Elegido diputado en 1996, las únicas elecciones habidas hasta ahora, se convirtió en presidente de éste, cargo que ocupó hasta que en septiembre de 2003, Qureia aceptó el regalo casi envenenado de la jefatura del gobierno palestino. Lo primero que declaró fue que no seguiría los dictados de Israel.
MAHMUD ABBAS.
Un hombre apoyado por EE.UU.
Mahmud Abbas, más conocido como Abu Mazen, fue la sombra de Yasser Arafat hasta que el veterano líder cedió a las presiones de Estados Unidos e Israel y aceptó la figura de un primer ministro, cargo que ocupó Abbas el 29 de abril de 2003. Sólo permaneció en él cuatro meses, tiempo suficiente para separar a quienes fundaron juntos el movimiento Al Fatah, en 1965. Es el nuevo presidente de la OLP. Las continuas desavenencias y enfrentamientos entre ambos llevaron al primer ministro a presentar la dimisión con la esperanza de que su viejo amigo le renovara su confianza. No fue así. Mahmud Abbas resultó quemado por los intentos de EE.UU. e Israel de utilizarlo como contrapeso del veterano dirigente, quien dejó de verlo como un amigo para verlo como un rival. Defensor a ultranza de la desmilitarización de la segunda Intifada, Abbas es considerado por buena parte de los palestinos como “demasiado moderado”. Pidió públicamente a los movimientos radicales, Hamas y Jihad Islámica, entre otros, que la revuelta popular continuara únicamente por métodos no violentos. Artífice de los Acuerdos de Oslo, este negociador incansable que tiene sus mayores apoyos en EE.UU. e Israel, trató de buscar una salida al bloqueo del proceso de paz y, junto con el entonces ministro de Justicia israelí, el laborista Yosi Beilin, trazó al final de la década pasada un nuevo plan de paz –el Plan Beilin-Abu Mazen– que murió antes de empezar. Abu Mazen sufrió el exilio y refugio. Nació en Safad (norte de Israel), en 1935, pero su familia se fue a Siria en 1948 tras la primera guerra árabe-israelí. Realizó sus estudios en la desaparecida Unión Soviética. En 1996 fue nombrado secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
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