Fujimori llegó a Santiago el domingo en la tarde y se fue de inmediato al Marriott. Allí, en su habitación esperó el curso de los acontecimientos.
Funcionarios de Interpol Chile golpearon a la puerta y al ingresar debieron aguardar por “don Alberto” unos minutos. “Daba la impresión de que estaban esperando a la policía”, señaló una fuente. En el lugar se había llevado a cabo un banquete, que consistía en ricos y caros platos de mariscos, pescados y carnes, acompañados de un excelente vino nacional. Y, como Fujimori es hipertenso, se cree que una pequeña alza de presión se debe justamente al alcohol ingerido. De hecho, luego de detenerlo se le practicaron los exámenes de rigor, pero éstos no arrojaron ningún problema. Una habitación de tres por tres metros en la Escuela de Gendarmería, y absolutamente distante en espacios y comodidades de la que esperaba a Fujimori en el Marriott, es la que se designó para recibir al ex mandatario peruano. Allí debería permanecer hasta que el tribunal dicte otra resolución, luego que ayer el secretario de la Corte Suprema, Carlos Meneses, le notificara su detención. En ese pequeño recinto, que corresponde a las cuadras de personal de la escuela, hay una cama de una plaza, un velador, un mueble para guardar ropa, un televisor y una radio. Nada de Internet ni celular. Y, como cualquier reo en Chile, tendrá derecho a visitas dos veces a la semana, pero hasta la tarde de ayer aún no se precisaban los días. Sus pertenencias son mínimas, ya que viajaba sólo con dos pequeños bolsos y su ropa consistía en una camisa, una camiseta y un chaleco.

* De El Diario Siete de Chile. Especial para Página/12.