EL MUNDO
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Testigos que no exageran
El ministro de Interior de Irak defendió ayer el trato que se les dio a los prisioneros abusados que fueron encontrados en un bunker del gobierno, declarando que “ninguno fue decapitado o asesinado”. Pero mientras Bayan Jabr insistía en que las acusaciones de tortura eran “exageradas” surgían nuevos detalles de las horribles condiciones padecidas por los cautivos. Testigos oculares dijeron que muchos de los 169 hombres y jóvenes tenían tan mal aspecto que parecían “sobrevivientes del holocausto”. Algunos habían padecido golpes tan severos que su piel estaba arrancada y tres hombres habían sido encerrados en un armario donde no se podían mover. Todos los otros estaban apretujados, con los ojos vendados en tres habitaciones de tres metros por cuatro de largo. Se encontraron instrumentos de tortura ocultos en un falso cielorraso. Los testigos dijeron que los guardias que custodiaban a los detenidos, que eran todos sunnitas salvo tres, usaban uniformes de combate de la milicia chiíta Badr.
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