La abstención electoral no es un tema nuevo en Venezuela. La imposición del voto no obligatorio a partir de la reforma constitucional de 1999 del presidente Hugo Chávez acentuó la escasa participación electoral endémica. En la votación de concejales y parroquiales de agosto pasado, la cifra trepó al 69,18 por ciento –a pesar de que había conseguido superar ampliamente la convocatoria de la misma elección en 2000–. Pero extraoficialmente sostienen que el ausentismo podría haber llegado al 80 por ciento. Algo similar pasó en la elección de ayer. Los partidos de la oposición y la organización afín a ellos y a Estados Unidos, Sumate, aseguraban anoche que en realidad la participación había sido sólo del 15 por ciento y no del 25, como difundió el Consejo Nacional Electoral. Además, argumentaba la oposición –que tomó el resultado de ayer como una victoria personal–, se debe sumar también el número de votos nulos que votaron por partidos políticos que se retiraron de la contienda electoral, cifra que ya se sabe fue alta en los casos del Parlamento Andino y Latinoamericano.