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Gibran Tueni, tras los pasos de su padre
Cientos de personas se manifestaron ayer en el barrio cristiano de Ashrafie, en Beirut, y ante la sede del diario An Nahar (“El Día”, en árabe), indignados por el asesinato de quien era un fruto típico de la complejísima sociedad libanesa. De padre greco-ortodoxo y madre drusa, Gibran Tueni nació el 15 de septiembre de 1957 destinado a seguir los pasos de su padre y de su abuelo, quien, en 1933, fundó el periódico que Gibran dirigió desde 1999 hasta ayer. Podría haber desempeñado también alguno de los cargos que su progenitor ocupó en el ámbito de la política. Ghassan Tueni fue diputado, ministro y embajador de su país ante Naciones Unidas. Gibran acababa de ser elegido parlamentario en los comicios de junio.
Como casi cualquier persona en Líbano, Tueni conoció en carne propia el desgarro de la guerra civil que destrozó el próspero Estado mediterráneo entre 1975 y 1990. Milicianos palestinos le tirotearon en las piernas en 1976. Un año después fue secuestrado durante 36 horas por una de las falanges cristianas. Eso sí, más afortunado que cientos de miles de compatriotas, Gibran pudo estudiar en París, donde se licenció en Periodismo y en Relaciones Internacionales. Regresó. Y a finales de la década de los ochenta, en los estertores de la conflagración civil, respaldó al caudillo Michel Aoun en su pretensión de expulsar a las tropas sirias. Aoun partió a su exilio de 14 años. Y Gibran también. Aunque éste pudo regresar en 1993 para sumarse al trabajo en el cada vez más influyente An Nahar.
En 1999 sucedió a su padre. Y en marzo de 2000, fiel a sus posiciones contrarias a Damasco, editorializó abiertamente contra la ocupación siria. Eran los meses previos a la retirada israelí de Líbano, el 25 de mayo de ese año. Y los días en que el entonces presidente de EE.UU. Bill Clinton se reunía con su homólogo sirio Hafez el Assad.
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