EL MUNDO • SUBNOTA › EL MAPA REGIONAL TRAS LA VICTORIA DE ALVARO URIBE
› Por Mercedes López San Miguel
Uno de los pocos aliados que le quedan a George W. Bush en una región que le es cada vez más hostil se perpetúa en el poder. Recientemente, ambos firmaron un Tratado de Libre Comercio y Washington financia el programa Plan Colombia, de lucha antinarcóticos –que resulta en “antiterrorismo”–. La reelección de Alvaro Uribe se da en momentos en que naufraga la Comunidad Andina de Naciones –con la anunciada salida de Venezuela– y se vigoriza el eje Cuba-Venezuela-Bolivia, tras la llegada al poder de Evo Morales. El hombre de línea dura con la insurrección, con vínculos con los paramilitares, tiene dos desafíos en el plano doméstico e internacional: llegar a negociar con las FARC y revivir la CAN.
La región cambia, pero Bogotá parece enfrascada en la sola promesa de seguridad de su conservador mandatario. Uribe propugna la intervención de la comunidad internacional en el conflicto colombiano y perseguir el control estatal de todo el territorio. Varias veces calificado de “paramilitar” –un jefe de ese sector ha llamado ha votar por él–, Uribe se queda en el poder con la misma línea que lo hizo ganar hace cuatro años: mano dura con la insurgencia. En esta campaña, dijo que está dispuesto a negociaciones de paz con la principal guerrilla de su país, las FARC, si éstas muestran “un gesto generoso”. Podría ampliar –ha dicho el mandatario electo– una zona desmilitarizada para negociar el acuerdo humanitario que permita la libertad de los secuestrados políticos. El analista Vicente Torrijos consideró que Uribe, quien en la campaña de 2002 prometió derrotar a las FARC, “tendrá que replantear la política de seguridad. Es muy importante para el presidente destrabar el problema del intercambio humanitario que está clausurado y tratar de aproximar a las FARC a un esquema de negociación sobre ese tema con el apoyo de los países amigos –Francia, España y Suiza–”.
El intercambio de unos 500 guerrilleros presos por decenas de rehenes –entre ellos la ex candidata presidencial colombo-francesa Ingrid Betancourt– fue propuesto por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que sin embargo han advertido que no lo pactarán con Uribe. En diciembre, los tres países europeos presentaron un plan para negociar el intercambio humanitario, que Uribe aceptó de inmediato, aunque el grupo insurgente se abstuvo de aceptarlo. Torrijos considera que “las FARC van a estar dando muestras permanentes de su capacidad militar” y que Uribe tendrá que “buscar un mecanismo para que en medio del conflicto se puedan ir logrando acuerdos parciales en materia humanitaria”. En este primer mandato, Uribe hizo énfasis en la política de seguridad para combatir especialmente a las FARC, a las que califica de “terroristas”.
En el plano internacional, la confianza de los vecinos en Uribe fue menoscabada por su alineamiento con Washington y el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Ese acuerdo llevó al presidente Chávez a retirar a su país de la Comunidad Andina de Naciones (CAN, que integran además Bolivia, Ecuador y Perú). Los analistas advierten que el deterioro de la CAN afectará las negociaciones comerciales de Bogotá con Europa. Con todo, Venezuela ya tiene encaminado su ingreso al Mercosur, que también ve con buenos ojos Bolivia. Falta que se resuelva la contienda electoral en Perú, la próxima semana, donde tiene aún chances el candidato anti-TLC y elogiado por Chávez, Ollanta Humala.
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