EL MUNDO • SUBNOTA › LA PRECARIEDAD DEL PREMIER LIBANES COMPLICA LOS ACUERDOS
› Por Sergio Rotbart
Desde Jerusalén
Que las sigan teniendo (a las armas) pero que no las exhiban. Así puede definirse el acuerdo al que llegaron el gobierno libanés y el Partido de Dios, Hezbolá. Tras la negativa del movimiento chiíta a deponer las armas, a lo único que el premier Fouad Siniora puede aferrarse es a la promesa de que los milicianos de Hassan Nasralá no efectuarán “actuaciones militares armadas” en el sur del Líbano. Ello permitiría el emplazamiento en la zona del ejército libanés, cuyos efectivos ya han cruzado el río Litani y, dentro de “unos días”, de las fuerzas de Unifil. Pero en Jerusalén se ve ese compromiso como una flagrante violación de la resolución 1701 de la ONU, que exige expresamente la desmilitarización del territorio aún controlado parcialmente por Hezbolá. Y la organización proiraní, por su parte, argumenta –siguiendo una lógica similar– que es la única capaz de defender a los libaneses del sur ante la continuidad de la presencia militar israelí.
La condición precaria y frágil a que de hecho se ha traducido la salida diplomática diseñada por Fouad Siniora, expresa la debilidad de su propio gobierno y el fortalecimiento del Hezbolá en la escena política libanesa. Del lado israelí, por otra parte, los escasos logros conseguidos luego de 33 días de arduos combates comienzan a verse con mucha más preocupación. La ausencia de una clara resolución militar del conflicto puede sorprender a quienes condujeron la guerra, tanto desde la cúpula militar como desde el poder político, y a quienes creyeron que los eslóganes publicitarios al estilo “¡vamos ganando!” eran un fiel reflejo de lo que ocurría en el campo de batalla.
Pero según Akiva Eldar, columnista político del diario Haaretz, de antemano estaba claro que la clave para conseguir la tranquilidad de los poblados de la Galilea radica en el descongelamiento de las relaciones con Siria. Eldar señala que esa apreciación es incluso más vigente en la actual coyuntura. Y explica: “La falta de un claro resultado en la guerra del norte y las dudas acerca de la capacidad de Unifil y la voluntad del ejército del Líbano para enfrentarse con los grandes bolsones del Hezbolá que quedaron en el sur del país, convierten a Damasco en un factor clave en todo lo que respecta al cumplimiento de la resolución 1701”.
El ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, explicitó días atrás su postura a favor de la reanudación del diálogo con las dirigencias siria y palestina. Pero su superior, el premier Ehud Olmert, no ha mostrado ningún interés en la apertura de un canal negociador con Damasco.
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