Lun 06.11.2006

EL MUNDO • SUBNOTA  › DANIEL ORTEGA, DEL FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION NACIONAL

Un canto de “amor, paz y reconciliación”

Daniel Ortega cree firmemente en el dicho “Persevera y triunfarás”. Esta es su cuarta contienda electoral al hilo desde 1990, cuando perdió su chance de reelección ante Violeta Barrios de Chamorro, de la Unión Nacional Opositora (UNO), una coalición formada por partidos de derecha e izquierda contra el entonces mandatario. Pero mucho cambió desde sus épocas de guerrillero sandinista. Desde que dejó el poder, este hijo de una familia de clase media opositora a la dictadura dinástica de los Somoza cambió su traje verde oliva por camisas blancas, se sacó los gruesos anteojos y luce una incipiente calvicie que denota sus 59 años. Ortega, padre de una decena de hijos –ocho de ellos de su matrimonio con la poeta Rosario Murillo–, cambió además su mensaje. El actual secretario general del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) habla sobre todo de Dios, de perdón, de amor y de reconciliación, ayudado por el himno de campaña, la canción de John Lennon “Dale una oportunidad a la paz”. Histórico enemigo de Estados Unidos, Ortega acentúa ese enfrentamiento al mantener relaciones estrechas con Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales.

Ortega nació el 11 de noviembre de 1945 en Libertad, en el norteño municipio de Chontales. La revolución pudo más que los estudios: en 1962 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, pero abandonó la carrera un año después para unirse al FSLN. Muy pronto fue promovido a miembro de la dirección nacional de la fuerza guerrillera, pero no podría disfrutar mucho del puesto, ya que entre 1967 y 1974 estuvo encarcelado por participar del asalto a un banco. Apenas fue liberado, Ortega se exilió en Cuba, pero regresó clandestinamente a Nicaragua, para volver a unirse al FSLN e iniciar la definitiva lucha que puso fin al régimen de Anastasio Somoza Debayle. Ortega fue uno de los líderes indiscutibles de la revolución. Al triunfo del sandinismo, el 19 de julio de 1979, se convirtió en el jefe del gobierno de reconstrucción nacional. El comandante gobernó de facto hasta 1984, cuando resultó electo presidente con más del 60 por ciento de los votos. Como máximo representante del poder revolucionario en Nicaragua, fue considerado el máximo enemigo de los intereses de los Estados Unidos y símbolo del comunismo expansivo que intentaba combatir el presidente Ronald Reagan.

Por eso Ortega no tendría una presidencia tranquila. La fuerte relación entre el sandinismo y la Unión Soviética hizo que el gobierno norteamericano iniciara la contrarrevolución conduciendo un bloqueo económico al país y organizando la “contra”, que atacó a las fuerzas sandinistas por el norte y por el sur, provocando una guerra civil. En 1984, Ortega inició negociaciones con oficiales estadounidenses y accedió a firmar un tratado de paz regional, redactado por el denominado Grupo de Contadora (Colombia, México, Panamá y Venezuela). En 1987, el líder sandinista impulsó la elaboración de una nueva Constitución, que entró en vigor ese año. Tras convocar nuevamente a elecciones generales en 1990, Ortega sufrió su primera derrota frente a Violeta Barrios de Chamorro (UNO). Pese a ello, el comandante siguió su camino en la política y en 1991 fue elegido secretario general del FSLN. La suerte no estaría de su lado en las elecciones posteriores. En 1996 volvió a caer derrotado, esta vez frente al liberal Arnoldo Alemán, y cinco años más tarde lo mismo sucedió en los comicios ganados por Enrique Bolaños.

Uno de los aspectos más curiosos de la candidatura de Ortega es que tiene como compañero de fórmula a Jaime Morales Carazo, un empresario que en los ochenta era dirigente de los “contra”. Pero es no es todo. Ortega vive en la antigua residencia de Morales Carazo, que fue confiscada por el gobierno sandinista. Sin embargo, el candidato a vice dijo que el asunto ya fue superado, y que la casa es de su compañero. “Yo ya cedí los derechos de la casa totalmente al comandante Ortega”, indicó el banquero. “Para mí, lo que pasó, ya pasó. No vivo rumiando cosas del pasado”, aseguró a El Nuevo Diario.

Informe: Virginia Scardamaglia.

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