Rafael Correa ya quiere empezar a trabajar. Aunque todavía no hubo una proclamación oficial, el joven economista asumió ayer el rol de presidente electo. Adelantó que esta semana enviará a parte de su equipo al Ministerio de Economía para analizar el presupuesto y comenzar a diseñar sus políticas económicas. Entre ellas, la posibilidad de reestructurar la deuda externa o, incluso, de no pagarla. “Si hubiese una situación de crisis económica que obligue a escoger entre el desarrollo económico y social y el pago de la deuda, sin ninguna duda escogeríamos el desarrollo de la economía y la inversión social”, clarificó el futuro ministro de Economía, Ricardo Patiño.

No es casual que las primeras medidas del próximo gobierno ecuatoriano que se hicieron públicas fueron iniciativas económicas. Este es el fuerte de Correa. Durante la campaña y como ministro de Economía del gobierno saliente dejó claro que no aceptará las presiones de los organismos internacionales de crédito. Sin embargo, ayer dio un paso más y habló de intentar disminuir el peso del pago de los intereses de la deuda externa. “Venezuela tiene 53 mil millones de dólares en reservas líquidas por los excedentes petroleros, nuestra deuda externa es de 11 mil millones de dólares. Nos pueden reestructurar muertos de risa”, señaló el futuro mandatario, quien ya afirmó que se sentará a negociar con los organismos internacionales.

En diálogo con Página/12, el economista Jaime Carrera explicó que el financiamiento de Venezuela sólo podría ser beneficioso para el Estado ecuatoriano si éste no se rige por los mecanismos de mercado, como hacen los organismos internacionales. Según el economista, esta reestructuración serviría si Caracas estuviera dispuesta a comprar bonos de deuda ecuatoriana a un plazo mayor al actual y con una tasa igual o menor. Aunque nadie se animaba a adelantarse a los hechos en Quito, lo cierto es que la amistad que Correa y el presidente Hugo Chávez se profesan en público hace suponer que Venezuela le concederá los mismos beneficios que le ha otorgado u ofrecido a otros gobiernos amigos, como la Argentina. Además, Correa ya había intentado firmar un acuerdo similar con Caracas como ministro.

Más allá de la posibilidad de llegar a un acuerdo o no con Chávez, para Carrera lo más probable es que el gobierno pague a los acreedores externos el próximo vencimiento en febrero. Sin embargo, no está tan claro lo que sucederá después. “Pero luego, cuando el gasto vaya creciendo, el Estado se podría ver forzado a entrar en moratoria unilateral”, explicó el analista del Observatorio Ciudadano de Políticas Fiscales en Quito. Este es el escenario que los sectores empresarios y financieros más temen, al igual que Carrera. “Las repercusiones serían muy graves”, afirmó.

Correa, en tanto, intentó proyectar una imagen de seguridad y ya adelantó que su gestión no será improvisada y que respetará a los organismos internacionales. También volvió a repetir que mantendrá la dolarización. Pero, a pesar de estas declaraciones, el analista económico sigue sosteniendo que la incertidumbre es mucha. “Es muy difícil adelantar cuál será el programa económico”, aseguró, argumentando que las trabas políticas que tendrá el gobierno progresista son tantas que no se puede predecir cuántos de sus proyectos podrán implementarse. “En la Economía, lo principal es crear confianza”, sintetizó. Esta será sin dudas la tarea del futuro presidente, mientras se prepara para asumir en enero próximo.