EL MUNDO • SUBNOTA › MAS GASTO PARA LA GUERRA Y LA LUCHA ANTIDROGAS
› Por Antonio Caño *
Desde Washington
El presidente George Bush pidió ayer un aumento del presupuesto para la guerra de Irak a un Congreso que, ayer mismo también, discutía una histórica resolución que critica abiertamente la estrategia desarrollada por la Casa Blanca en ese conflicto y queda a un paso de pronunciarse a favor de la retirada escalonada de tropas y de la congelación de fondos para proseguir con la escalada militar. Además, en el Capitolio se vivió una jornada, en la que se escenificó el desconcierto político que se vive en Estados Unidos en relación con Irak, al debatir una resolución en contra del nuevo plan presidencial, que incluye enviar 21.500 soldados al Golfo Pérsico y aumentar la partida para los dos frentes bélicos, Irak y Afganistán.
La apuesta de la Casa Blanca es la de ganar la guerra, de intentarlo al menos. Y eso ha quedado patentemente reflejado en el nuevo presupuesto. El presidente pide el permiso del Congreso para aumentar en un 10 por ciento el presupuesto del Pentágono, lo que supone un incremento en el gasto militar de 716.500 millones de dólares entre ahora y septiembre de 2008. De esa cantidad, 570 millones de dólares se destinarán a la Iniciativa Andina Antidroga, lo que significará una disminución del 21 por ciento en 2007 y otra del 17 por ciento en 2008. En el proyecto no se discriminan las cifras por país, sin embargo, fuentes del Congreso adelantaron que los más afectados serán Bolivia y Ecuador, los dos aliados de Hugo Chávez en esa región. El que en cambio será recompensado es Colombia. Después de seis años y más de 3600 millones de dólares gastados, el Plan Colombia seguirá gozando del apoyo incondicional de Washington con una partida de 600 millones de dólares anuales para 2007 y 2008.
Los conflictos bélicos en Irak y Afganistán recibirán una partida de 245 mil millones –10 mil millones con la etiqueta de gestiones diplomáticas–. Si se aprueban estas sumas, Estados Unidos habría gastado hasta ahora, según el cálculo de la Casa Blanca, cerca de 662 mil millones de dólares en las guerras de Afganistán e Irak. Si se añade a eso otras partidas militares no formalmente ligadas a la guerra, esta aventura empieza a aproximarse a un costo total del billón de dólares.
Y eso no es lo más importante. Lo más importante, por supuesto, es que esas desorbitadas cifras no han servido aún para nada más que para aumentar el caos en Irak y la desesperanza en todo Medio Oriente. Y es precisamente por eso, por este paupérrimo balance, por lo que el Congreso que ayer recibió ese presupuesto se encuentra ante la disyuntiva más dramática imaginable: aprobar la propuesta de un presidente con tan mala hoja de servicios o desautorizar en plena guerra a quien también es comandante en jefe de las fuerzas armadas norteamericanas.
El dilema es de tal envergadura que tiene paralizado al Legislativo. El Senado era ayer un hervidero en el que se cruzaban múltiples propuestas negociadoras en busca de alguna acción coordinada sobre Irak. Los senadores entienden que algo tienen que decir pero, francamente, no saben qué. Una mayoría demócrata y republicana próxima a los 60 votos que se requieren –los demócratas dominan actualmente la Cámara alta por 51 escaños contra 49– respalda una resolución acordada la semana pasada que critica el incremento de tropas, pero garantiza los fondos económicos necesarios. Esa resolución, patrocinada por el republicano John Warner, es, hoy por hoy, la única opción viable.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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