El presidente Bush acusó nuevamente a Irán de abastecer de armas letales a los combatientes chiítas en Irak, pero no apoyó las declaraciones hechas por los oficiales militares de Estados Unidos de que los embarques habían sido aprobados “en los más altos niveles” en Teherán. Sus afirmaciones fueron hechas después de que el general Peter Pace, el principal asesor militar de Bush, apareció para contradecir lo que dijeron en una reunión informativa los altos oficiales estadounidenses en Bagdad la semana pasada. Estos oficiales desplegaron dispositivos explosivos sofisticados que, se dice, habían sido fabricados en Irán y fueron responsables de la muerte de 170 soldados de la coalición. Dijeron además que las armas habían sido enviadas por orden de los líderes del gobierno.

Hablando en su primera conferencia de prensa del año en la Casa Blanca, Bush dijo que estaba “seguro” de que las armas habían sido provistas por la fuerza de al Quds, una unidad de elite, rama de los Guardias Revolucionarios de Irán. Pero –igual que el general Pace– admitió que no sabía si la orden provino de los altos dirigentes del régimen islámico. Sin embargo se preguntó: “¿Qué es peor, que lo ordenen y suceda o que no lo ordenen y suceda?”. El presidente habló mientras la Cámara de Representantes estaba embarcada en el segundo día de debate sobre una resolución que se opone al aumento de 21.500 tropas en Irak, que actualmente está siendo puesto en marcha en medio de informes de Estados Unidos de que el líder radical chiíta, Muqtada al Sadr, había abandonado Irak y estaba en Irán. Dado que la Cámara está en manos demócratas, la resolución no vinculante seguramente será aprobada en un voto previsto para mañana. Se espera que entre 20 y 30 republicanos rompan filas y apoyen la moción, lo que representaría una señal de la fuerte desaprobación pública del plan de Bush.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.