EL MUNDO • SUBNOTA › UN DOCUMENTO QUE PODRIA SEÑALAR A GONZALES
› Por Antonio Caño *
Desde Washington
Patrick Fitzgerald, el muy respetado fiscal que condujo la investigación del escándalo sobre las filtraciones para justificar la guerra de Irak, tenía una calificación pobre de parte de los responsables del Departamento de Justicia y estaba entre los candidatos a ser eventualmente despedidos, según descubrió el diario The Washington Post. La información todavía no fue confirmada por fuentes del gobierno.
La información difundida por el diario norteamericano sería una ratificación de que la administración de George W. Bush calificaba a los fiscales según sus ideas políticas, lo que aumenta la presión sobre el fiscal general Alberto Gonzales para que abandone su cargo. En este país, los fiscales son nombrados por el gobierno, pero están obligados a actuar con total independencia e imparcialidad, cosa que, salvo excepciones, hacen. Fitzgerald es el fiscal que se encargó del caso de la revelación, por parte de altos funcionarios del gobierno, de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame como castigo a su marido, el diplomático Joseph Wilson, que había descubierto que Saddam Hussein no había comprado uranio enriquecido en Níger. El jefe de Gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Scooter Libby, fue declarado culpable hace dos semanas de perjurio y obstrucción a la Justicia en relación con ese caso.
Se conectan aquí, por tanto, dos asuntos enormemente lesivos para Bush. Por un lado, el caso Plame, que puso en evidencia las manipulaciones para precipitar la invasión de Irak. Por el otro, el escándalo, más reciente, del presunto despido de ocho fiscales por falta de lealtad política al gobierno. Si llega a confirmarse que el fiscal que perjudicó a la administración por su investigación sobre Libby estaba en la lista de futuros despedidos, le resultará muy difícil a Gonzales sostener que los despidos no tenían motivación política.
De momento, lo que The Washington Post averiguó es que el nombre de Fitzgerald estaba en la lista del Departamento de Justicia por debajo de los que eran calificados como “fiscal fuerte, que manifiesta lealtad”. Esa lista era elaborada por los ayudantes del fiscal general para identificar a los fiscales que debían ser despedidos. Dos de los que finalmente fueron relevados se encontraban en la misma categoría que Fitzgerald.
Expertos judiciales creen que todo lo que no sea reconocer a Fitzgerald como uno de los más grandes fiscales de Estados Unidos resulta altamente sospechoso. Fitzgerald, fiscal federal de Chicago, alcanzó gran notoriedad nacional por su investigación sobre la red de Al Qaida antes del 11-S, que lo llevó a acusar formalmente a Bin Laden. En 2002 fue premiado por sus distinguidos servicios. Frecuentemente es mencionado por sus colegas como el mejor de los 93 fiscales federales. Fueron estas mismas credenciales por las que lo eligieron para investigar el caso Plame.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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