EL MUNDO
• SUBNOTA › DIFICIL PANORAMA ECONOMICO PARA EL NUEVO GOBIERNO
Sacando cuentas de la guerra
Por Pilar Lozano *
Desde Bogotá
“No esperen milagros” fue la frase más repetida en estos días por el nuevo presidente Alvaro Uribe. Apunta a bajar la expectativa de una mayoría que lo eligió y ve en él una especie de mesías capaz de resolver, en cuestión de meses, la honda crisis del país. Los retos y los temores frente a los próximos cuatro años son grandes. Uribe prometió devolver la seguridad a un país que se siente secuestrado, donde un simple recorrido por carretera implica un riesgo de caer en manos de la guerrilla o los paramilitares. El reto es devolver la seguridad sin violar los derechos humanos ni caer en una cacería de brujas.
Uribe prometió también poner fin a los vicios políticos con una reforma de fondo; el desafío allí es no limitarse a reducir el tamaño del Congreso y no naufragar en las triquiñuelas de una clase política que ha enredado muchas veces las posibilidades de cambio. “Si se pone a priorizar lo político a expensas de lo económico corre, el grave riesgo de quedarse sin el pan y sin el queso”, le advirtió el saliente ministro de Hacienda sintetizando otro de los grandes temores: un derrumbe económico cerraría totalmente la gobernabilidad. Hace pocos días, los dos hombres encargados del traspaso de poderes entre el gobierno entrante y el saliente dieron un crudo balance: la situación económica es más grave de lo imaginado. Alrededor de 15 entidades públicas están en quiebra, el desempleo en el campo supera el 50 por ciento, el déficit fiscal va a llegar al 6 por ciento del Producto Bruto Interno... “La crisis económica es tan grande que requiere toda la atención del gobierno, aun a costa de sacrificar o aplazar la reforma política o la recuperación de la seguridad”, dijo el editorial del dominical El Espectador.
El presidente, conocido por la firmeza de sus decisiones, no dio marcha atrás. “La pelea va a ser dura”, fue el comentario de muchos al leer el pasado martes en la prensa los puntos del referendo presentado por Uribe al Congreso minutos después de jurar como nuevo mandatario de los colombianos. En total son 16 puntos que van directo al recorte del tamaño y los privilegios de esta corporación desprestigiada por sus prácticas corruptas. Este proyecto deja las puertas abiertas para que, por vía de referendo sin aprobación del Congreso, se adelanten las elecciones legislativas de 2006. Esta insistencia en la disolución del Parlamento genera descontento.
“El presidente hará un intento fuerte de cumplir con sus promesas de cambio. Tiene a su haber ventajas: es decidido y tiene un buen equipo. Pero tendrá grandes tropiezos: la clase política, dirigentes económicos –que quieren los cambios sin meterse la mano al bolsillo– y la habilidad militar de la guerrilla”, dijo a este diario el analista León Valencia. El mayor temor de este ex guerrillero es el anuncio del recorte de las libertades individuales insinuado ya por el vicepresidente Francisco Santos.
*De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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