La mayoría de los países siguen diciéndole a la Casa Blanca que no apoyarán un ataque a Irak en el marco de la guerra contra el terrorismo. Dentro del gobierno norteamericano, la opción ni siquiera tiene demasiados adeptos. Y un día después de que el presidente iraquí Saddam Hussein utilizara a un parlamentario británico para anunciar que podía permitir el regreso de los inspectores de armas de la ONU a Irak, fueron los congresistas norteamericanos, republicanos o demócratas, los que atacaron los planes bélicos. Desde Carl Levin, líder demócrata del comité de Servicios Armados del Senado, a Dick Lugar, del comité de Relaciones Internacionales de la Cámara alta, pasando por el líder de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, Dick Armey, todos le pidieron a Bush explicaciones sobre cuál es la amenaza concreta que enfrenta Estados Unidos de parte del régimen iraquí, teniendo en cuenta los altos costos militares y diplomáticos de una eventual operación militar para derrocar a Saddam Hussein. Ayer, el gobierno iraquí dijo que en realidad los inspectores de la ONU no deberían volver porque cuando se fueron, en 1998, ya habían completado su trabajo.