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Antonie Ghanem era un blanco fácil. Pocos guardaespaldas, nadie podía pensar que un miembro del Parlamento que representaba a los armenios en el Líbano era un blanco. La callecita en la que vivía (edificios en torre, boutiques, florerías) no era un lugar donde alguien trataría de matar a un enemigo de Siria, pero Antoine fue volado en pedazos en su auto cuando dejaba su hogar ayer a la tarde. Y eso significa que queda uno solo en el gobierno para formar quórum. En otras palabras, se necesita un solo asesinato más para que caiga el gobierno del Líbano elegido democráticamente.
Hace una pocas semanas, Walid Jumblatt me llamó después de que el predecesor de Ghanem fue asesinado. “Faltan dos más, Robert”, dijo Walid. Esta noche falta uno más. Describir los restos del coche bomba, los viles, obscenos, restos de Ghanem y sus guardaespaldas se ha convertido en una suerte de rutina del horror en el Líbano. Aquellos de su séquito que no murieron me llevaron anoche a ver los horribles restos de su muerte.
El Líbano no es una democracia en el sentido occidental de la palabra. “Democracia”, como nos gusta llamarla en Occidente, no se encuentra fácil en esta parte del mundo. Pero los políticos libaneses (en su mayoría, pero no siempre, hombres) son tipos que saben del costo de defender a su país contra sus más poderosos vecinos, ya sea Israel o Siria. Serán pocos en este país los que no vean el asesinato de Ghanem como otro intento de los sirios de destruir cualquier forma de libertad en este pequeño país. También habrá pocas pruebas para culpar a Siria.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, por no mencionar a nuestro querido Gordon Brown (premier británico), no aplaudirá este escandaloso asesinato. Faltan pocos días para que los libaneses voten a su próximo presidente, y ahora habrá un miembro del Parlamento menos para votar por ese presidente. Y de eso se trata la masiva explosión de ayer. Ghanem, que era un miembro de 60 años del Partido Falangista Cristiano de derecha fundado por Pierre Gemayel, fue el octavo político asesinado desde 2005. Su asesinato ocurre sólo seis días antes que el Parlamento en Beirut elija a un nuevo presidente.
Por lo menos 56 personas resultaron heridas en la explosión por la bomba detonada por control remoto que lo mató en el distrio Final Fil de la capital. El auto de Ghanem fue lanzado a 50 metros por la explosión. Uno de los ministros pro gobierno, Ahmed Fatfat, señaló más tarde que “los legisladores del partido mayoritario están siendo liquidados”.
Dijo: “La única respuesta al crimen sería que el Parlamento se reúna el 25 de septiembre y elija al presidente. Cada miembro que no tome parte sería directa o indirectamente participante del crimen”.
Los parlamentarios libaneses, que ahora toman parte en la puja por las elecciones parlamentarias, fueron superados ayer por el ex presidente Amin Gemayel, cuyo hijo fue asesinado el año pasado. “No es una cuestión de elecciones presidenciales”, dijo. “Lo que está en juego en este momento es la supervivencia del país y la democracia. Este acto criminal pagado por Siria y otros apunta a socavar los esfuerzos para lograr el acuerdo nacional libanés.”
* Desde Beirut. De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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