EL MUNDO • SUBNOTA › LOS SINDICATOS FRANCESES AFIRMAN QUE LOGRARON AVANCES
La huelga en Francia sigue, pero su fin ya se vislumbra en el horizonte. En el primer día de las negociaciones tripartitas entre el gobierno, las empresas y los sindicatos, estos últimos reconocieron que ya han conseguido algunos avances. Sin embargo, adelantaron que hoy deberán dejar la mesa de diálogo y consultar con sus bases, que ya se preparan para otro día de tensión. Las negociaciones se enrarecieron ayer cuando el primer ministro François Fillion denunció “actos de sabotaje coordinados” en las vías eléctricas del tren de alta velocidad, el TGV. La CGT salió a desmentir al Palacio del Elíseo y sostuvo que los únicos beneficiados con estos incidentes son las empresas y el gobierno. “Se busca desacreditar a los trabajadores”, aseguró Didler Le Reste, el secretario general de la central obrera.
Los franceses tendrán que volver a salir con tiempo y paciencia. El transporte público continuará funcionando de manera intermitente, aunque desde las empresas ferroviarias ya prometieron importantes mejoras con respecto a los últimos días. Además, la participación de los trabajadores de los distintos sectores ha ido disminuyendo, quizás forzados por la posición intransigente del gobierno de Nicolas Sarkozy. El presidente recién salió a hablar el martes, después de casi dos semanas de paro generalizado. “Francia necesita llevar adelante reformas para responder a los desafíos que el mundo le impone”, explicó, al asegurar que no dará ni un paso atrás con su reforma del sistema previsional. “Hay que saber terminar el paro cuando se abre el tiempo del debate”, agregó.
El mandatario francés volvió a mostrarse en público ayer para pedir un castigo ejemplar para los responsables de los supuestos boicots en las vías férreas, que provocaron aún más retrasos en el ya diezmado servicio de trenes. Esta dureza no sólo habría comenzado a aflojar y quebrar a algunos gremios, sino que también le ha permitido conservar el apoyo de los franceses. Según los sondeos que publican los diarios parisinos, cerca del 70 por ciento aprueba la estrategia del presidente, mientras que el resto cuestiona su intransigencia y la de los sindicatos.
Mientras tanto el sector empresarial aprovechó el primer día de las negociaciones tripartitas para advertir sobre el costo económico que tendrá la paralización y, de paso, atacar la tradicional fuerza de los sindicatos franceses. “El país posee un gusto masoquista por la cultura del conflicto”, cuestionó la presidenta del influyente Movimiento de Empresas de Francia (Medef), Laurance Perissot. Este gremio no sólo aboga por la reforma de las pensiones, sino también por la suspensión del límite de las 35 horas semanales, otra propuesta del presidente francés.
De las reuniones tripartitas participaron también los sindicatos que no adhieren a la huelga, pero reclaman aumentos salariales y se oponen a la reforma de los regímenes de jubilación. Según este proyecto, la edad para alcanzar la jubilación pasa de 37 a 40 años, quitándole las pensiones especiales que benefician, entre otros, a los empleados del transporte. Ninguna de las partes quiso adelantar cuáles fueron los avances anunciados. Sin embargo, los directores de las empresas de transporte se mostraron optimistas y adelantaron que ya no hay condiciones para continuar el paro más allá del fin de semana.
Los otros dos frentes de la protesta, los trabajadores públicos y los estudiantes, también confirmaron ayer que continuarán sus medidas de fuerza. Al menos 41 de las 85 universidades del país estaban bloqueadas o directamente tomadas. El 65 por ciento de los docentes de la educación preescolar, primaria y secundaria también se plegaron esta semana, forzando a cerrar la mayoría de los establecimientos de la capital. El sindicato nacional de estudiantes ya adelantó que hoy y el próximo jueves 29 convocará a manifestaciones nacionales. Además de apoyar el reclamo de los gremios del transporte, los universitarios rechazan otra reforma instaurada por Sarkozy, que resta autonomía a las facultades.
Mientras el gobierno y la CGT peleaban por los supuestos boicots, los estudiantes vivían su propia situación de tensión. Un desconocido disparó contra un joven manifestante que intentaba colocar una bandera en el techo de la universidad Censir París III. El joven fue trasladado a un hospital y anoche ya estaba fuera de peligro.
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