EL MUNDO • SUBNOTA
Tras seis meses de parálisis política, Bélgica logró ayer un gobierno de transición dirigido por el saliente primer ministro Guy Verhofstadt, a cargo de los asuntos más urgentes, aunque el conflicto entre flamencos y francófonos sigue sin resolverse. Verhofstadt y sus 13 ministros prestaron juramento ante el rey Alberto II ayer por la mañana, dos días después de la conclusión de un acuerdo por parte de cinco partidos políticos para poner fin, al menos en forma provisoria, a la crisis iniciada con las elecciones legislativas del pasado 10 de junio. El compromiso llegó en vísperas de Navidad, luego de que los belgas reclamasen con insistencia el final de los enfrentamientos entre los dirigentes de las dos comunidades del país por las reivindicaciones de una mayor autonomía de Flandes (al norte, de lengua holandesa) frente a Valonia (sur, francófona). En 17 días, Verhofstadt logró reunir en torno de un programa transitorio a los partidos cristiano-demócratas y liberales, flamencos y francófonos, y al partido socialista francófono. Este gobierno batió el record de duración para su formación.
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