EL MUNDO • SUBNOTA › LA REACCION ARGENTINA A LAS PALABRAS DE ARAUJO
En sus últimas palabras antes de declarar la suspensión de la misión de enviados internacionales que encabezó, el ex presidente Néstor Kirchner sostuvo, el 31 de diciembre pasado en Villavicencio, que la comisión retornaría en cuanto estuvieran dadas las condiciones para la liberación de los rehenes. Por eso, ayer la Cancillería argentina declaró su “asombro y sorpresa” por el tenor de las declaraciones del canciller Fernando Araújo, las que consideraron en franca oposición a lo que había sido hasta ayer la postura del gobierno de Colombia, incluyendo lo que le había expresado personalmente el presidente Alvaro Uribe a Kirchner sobre la labor de los comisionados.
“Fue el propio Uribe quien, al término de la visita, le manifestó a Kirchner su agradecimiento por su presencia en Colombia y por los esfuerzos humanitarios llevados a cabo por la comisión internacional en ese país”, subrayaron ayer en el Palacio San Martín. Se referían a la entrevista que mantuvieron ambos en Villavicencio, minutos después de que Uribe diera la conferencia de prensa en la que reveló la historia sobre la suerte corrida por el niño Emmanuel, el hijo de Clara Rojas.
Es cierto que en esa misma rueda de prensa Uribe hizo también un recuento de algunas acciones de las FARC para “los integrantes de la comunidad internacional que no saben lo que hemos vivido en Colombia”. Pero de esa referencia a las declaraciones de Araújo hay un largo trecho.
Para explicar esta diferencia de criterio, en la Cancillería argentina enrolaban a Araújo dentro de una hipotética “ala dura” del gobierno colombiano. En eso, sostenían, tenía que ver su historia personal. Araújo estuvo seis años secuestrado por las FARC. Se escapó en diciembre de 2006, durante un ataque del ejército, y debió caminar cinco días por la selva hasta quedar a salvo. Enseguida Uribe lo nombró su ministro. Desde entonces es uno de los ministros más duros en sus declaraciones sobre la guerrilla. Por ejemplo, alguna vez sostuvo que el presidente venezolano Hugo Chávez era una especie de “líder” para las FARC.
En la óptica argentina, el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, integraría un ala más contemplativa del gobierno de Uribe.
En ese rumbo, destacaban que había sido Restrepo quien había organizado la labor de la comisión internacional humanitaria que encabezó Kirchner. Y que Restrepo, en las entrevistas que concedió a los medios argentinos, incluyendo a Página/12, siempre se mostró agradecido por la labor realizada por el ex presidente.
“El canciller Araújo no tuvo ninguna participación durante la visita de la comisión a Villavicencio”, remarcaban en la Cancillería.
No es casual que el asesor en materia internacional de Lula, Marco Aurelio Garcia, quien también integró la comisión que funcionaría como garante de la entrega de los prisioneros, haya salido ayer con una posición similar a la expresada por el Palacio San Martín. Argentina y Brasil jugaron siempre en tándem en la cuestión de los rehenes en Colombia. Incluso, ayer Marco Aurelio habló por teléfono con el canciller Jorge Taiana para analizar las afirmaciones de Araújo.
Lo que costaba entender tanto en el Palacio San Martín como en Itamaraty eran los motivos, porque ahora Colombia podía modificar su postura respecto al papel que habían jugado los garantes. Sobre todo porque, recordaban, allí habían estado varios países de la región y también Francia y Suiza.
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