EL MUNDO • SUBNOTA › HABLA EL HIJO DEL SUPUESTO REHEN DE LAS FARC
› Por María Laura Carpineta
El pequeño municipio venezolano Mara es tierra de carbón, deforestación, pobreza y secuestros. Está dentro del poderoso estado petrolero de Zulia, pero no comparte ni sus riquezas ni su importancia política. La mayoría de las 160 mil personas que viven allí están a la deriva. Eso dice Jorge Gillanders, el hijo del argentino que hace más de dos años fue secuestrado en la zona fronteriza entre Venezuela y Colombia. “Aquí es tierra de nadie”, sentenció desde isla Margarita, después de terminar una de las tantas entrevistas que dio esta semana. El año pasado Zulia fue el departamento venezolano que más secuestros sufrió. Al menos 77 hacendados y contratistas de las mineras extranjeras fueron capturados por grupos armados. La mayoría fue liberada a los pocos meses, previo pago de suculentos rescates. El hijo de Gillanders nunca llegó a pagar el rescate porque no le dieron una prueba de vida.
El 7 de marzo de 2006 el diario local Panorama informaba que Jorge Irlandés, alias El Gringo, había sido secuestrado por un grupo de desconocidos. Se sabía poco y nada del rehén, excepto que era propietario de una importante finca y que los captores ya habían pedido un rescate. “Nos tomó meses armar la historia de El Gringo. La familia no hablaba y la policía sabía menos que nosotros”, recordó Celalba Yamarte, la periodista que destapó el caso. El Gringo terminó siendo Jorge Gillanders, un jubilado argentino de 79 años, ex empleado de la Shell y consultor de varias mineras.
Gillanders no era millonario, pero tenía un buen pasar. Al verlo blanco y de ojos claro, sus captores seguramente pensaron, erróneamente, que era un empleado asegurado de una multinacional minera. Ellos son el botín más deseado de los delincuentes y/o guerrilleros de la zona porque sus empleadores siempre pagan y en dólares. En Zulia, los rescates declarados sumaron un millón de dólares el año pasado. “Al día siguiente que desapareció papá ya nos llamaron. Nos dijeron que eran de las FARC y nos pidieron plata”, le contó a este diario el hijo de Gillanders. El gobierno venezolano sostiene que Gillanders fue secuestrado por una banda de delincuentes comunes y niega que las FARC operen en su país.
En un comienzo, Gillanders y su madre decidieron ocuparse ellos mismos del tema, sin recurrir a la policía o hacer valer la triple ciudadanía argentina, venezolana y británica de su padre. A mitad de 2006 estuvieron a punto de pagar el rescate, pero finalmente el acuerdo se truncó. “Nos daban vueltas y nosotros queríamos una prueba de vida primero”, explicó el hijo de Gillanders. Los otros rehenes que habían sido secuestrados a principios de marzo ya estaban libres hace rato. Además, su padre ya se acercaba a su cumpleaños 82. Los Gillanders, desesperados, comenzaron a tocar las puertas de los despachos venezolanos y del consulado argentino.
No tuvieron mucho éxito. Según Jorge hijo, el caso se enredó en investigaciones que terminaron en nada. Desde el lado argentino, los contactos se limitaron a llamadas periódicas y unas pocas reuniones con el cónsul en Caracas. Los secuestradores dejaron de llamar hace un año y medio. “No sabemos nada y ya no sabemos qué esperar”, dijo el hijo del rehén sin disimular su cansancio y su desilusión.
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