Dom 02.03.2008

EL PAíS  › EL APOYO A CFK FUERA DEL RECINTO

Más fervor K que PJ

› Por Carlos Rodríguez

“Estoy acá porque creo en Cristina. No me trajeron de la nariz como ocurre en otros actos. Creo en ella, sobre todo porque es mujer y peronista.” Olga vive en José C. Paz y se paseaba, inquieta, por la avenida Entre Ríos, frente a la entrada principal del Congreso, que ayer permaneció abierta, con alfombra en las escaleras y doble vallado, metálico y policial. Los dichos de Olga, repetidos como un calco por otras mujeres –hubo mayoría femenina– resumen lo que fue la concentración frente al Palacio: había convicción, pero faltaba eso que llaman “liturgia peronista”. Las imágenes de Eva Perón fueron tantas como las del Che Guevara y costó encontrar alusiones a Juan Domingo Perón. Fue un acto kirchnerista y aunque algún medio de prensa habló de la presencia de 30 mil personas, lo cierto fue que en no superaron las cinco mil. Sobre Entre Ríos, en el cruce con Hipólito Yrigoyen, había una parejita de pingüinos de más de cinco metros de altura. Los muñecos presidieron, en forma simbólica, el acto callejero.

Cuando llegó Cristina Fernández a la sede del Congreso, la recibieron unos quinientos militantes. La mayoría de ellos eran de La Cámpora, la agrupación en donde está enrolado Máximo Kirchner, hijo de Cristina y Néstor Kirchner. También se encontraban desde temprano las huestes del Movimiento Evita, lideradas por el dirigente piquetero Emilio Pérsico. Los tiempos cambian y el peronismo se actualiza. Prueba de ello fue la colorida bandera que expresaba apoyo a Francisco Gutiérrez: “Los Simpson con el Barba intendente” de Quilmes. Sorprendía la juventud de los que golpeaban los bombos. De tan niños, algunos tenían sobre el parche un dibujo del gato Garfield.

Frente al Congreso se instalaron varias tribunas montadas sobre estructuras tubulares. Los grupos que se ubicaron en los lugares más cercanos a la entrada al recinto fueron el Frente Transversal Nacional y Popular de Lomas de Zamora, la Federación Tierras y Vivienda, que encabeza Luis D’Elía; el PJ de Luján, liderado por la intendenta Graciela Rosso, y la Agrupación Unión y Esperanza, de Florencio Varela. Los más ruidosos fueron los de Varela y los que llegaron de Merlo, movilizados por el polémico intendente Raúl Othacehé. Además de los tradicionales bombos, le habían adosado cuatro instrumentos de viento que sonaron sin parar durante más de dos horas. También se veía una enorme bandera sostenida por apenas dos decenas de militantes del Partido Comunista.

Pocos fueron los gremios que estuvieron presentes. Se vieron banderas del Suterh, de la Uocra, de ATE y de UPCN. Una pantalla gigante transmitía en directo la imagen y la palabra de la Presidenta, pero nadie podía escucharla. Los bombos sonaron en forma permanente. Por eso no hubo reacciones ante el discurso. Sólo estallidos al comienzo y al final. O cuando Cristina bajó las escalinatas y se acercó a las vallas para saludar, abrazar y sacarse fotos con los que habían logrado instalarse en las primeras filas. “Con ella en el gobierno vamos a humanizar la política. Yo tengo fe y esta vez espero que no falle nada.” Doña Lucía Flores, a los 60 y tantos, sigue alimentando el sueño de “un país que sea también para los más pobres”.

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