Dom 09.03.2008

EL PAíS  › OPINION

Triple juego

› Por Alfredo Zaiat

El mercado de las telecomunicaciones en Argentina se ha convertido en una pequeña pieza, pero pieza al fin, de la feroz competencia que existe entre multinacionales del sector a nivel mundial. No resulta sencilla la intervención del Estado de países periféricos en operaciones que involucran a su propio mercado con protagonistas que tienen patrimonios que se acercan o hasta son superiores a su propio PBI. El Gobierno designó dos veedores en Telecom a pedido del grupo argentino Werthein, pero aún no se sabe si se trata simplemente de un paso formal o de una decisión para regular un mercado en función del interés general y no de un holding particular. Lo cierto es que el Estado, con sus limitaciones, no debería quedar como espectador pasivo mientras la concentración corporativa global marcha a toda velocidad. Ese proceso es inherente a la lógica del desarrollo del capitalismo, donde la estrategia para contrarrestar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia requiere de ampliación de mercados y absorción de la competencia. En los últimos años hubo varias transacciones en Europa que involucraron a compañías españolas e italianas, que definieron una alianza latina impulsada por sus propios estados para frenar el desembarco de otras megaempresas. Resultan interesantes esas experiencias porque, entre otras cuestiones, desmoronan esa ingenuidad revestida en análisis académico respecto a que da lo mismo el origen del capital de las empresas, que los estados tienen que ser neutrales a los cambios de mano de paquetes accionarios, y que el nacionalismo económico es una manifestación “populista” de países que no entienden cómo funciona el mundo. Esas operaciones fueron la unión de la eléctrica hispana Endesa con la italiana Enel para bloquear el ingreso de la alemana E.ON, y el casamiento de Telefónica de España con Telecom Italia para detener el embate de la estadounidense AT&T junto a la mexicana Telmex. Esa última asociación es la que ha precipitado la batalla empresaria más encarnizada de los últimos años en la plaza doméstica. Y no es para menos. El negocio de las telecomunicaciones sumó 24 mil millones de pesos en 2007, con una perspectiva de crecimiento del 20 por ciento para éste. La convergencia del negocio de la telefonía (fija y móvil), Internet y TV, lo que se conoce como Triple Play, a través de la misma red promete un espectacular crecimiento de la facturación. Controlar ese mercado, o sea tener el monopolio o, como aspiración menor, la posición dominante, es la batalla que se encuentra detrás de la pelea Telefónica-Telecom, más allá de la especulación financiera del Grupo Werthein por su paquete accionario. Los españoles, italianos, el mexicano Slim y el grupo local Clarín son los jugadores de esa apasionante puja.

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