EL PAíS
› LOS ENCUESTADORES ANALIZAN EL TRIUNFO DEL PJ EN SANTIAGO
De cómo deshojar la margarita
Enrique Zuleta Puceiro cree que el resultado del peronismo en Santiago del Estero puede anticipar lo que pasará en la Nación. Hugo Haime duda y Mora y Araujo dice que no es extrapolable ese triunfo.
› Por Raúl Kollmann
De los encuestadores surge la polémica. Algunos ven a Santiago del Estero como un anticipo de lo que puede venir a nivel nacional: un dominio arrasador del PJ, la oposición deshilachada, mucha gente no concurriendo a las urnas y un sistema hegemónico en el que no faltarán las movidas antidemocráticas. Otros dicen que no, que Santiago del Estero es una de las varias provincias en las que predomina un caudillismo tradicional, asentado en el clientelismo, el empleo estatal, la asistencia social condicionada a que voten al caudillo. El fenómeno es en algunas provincias –argumentan los que están en esa posición– que tienen poca población urbana.
“Coincido con el ministro Jorge Matzkin en que lo ocurrido en Santiago del Estero es lo que puede lograr el peronismo unido –señala Enrique Zuleta Puceiro, titular de Ibope OPSM–. Pero yo veo el aspecto negativo: un PJ hegemónico, que persigue a quien se le oponga, como fue el caso del diputado José Figueroa en Santiago del Estero, al que hace apenas unas semanas le asaltaron la casa y destrozaron todo lo que encontraron, poniendo en riesgo la vida de él y de toda su familia. Las patotas hicieron que tuviera que salir en el baúl de un auto. Y eso que Figueroa era menemista, ni siquiera era totalmente de oposición.” Zuleta abundó en que “igualmente se vio una bajísima calidad de las ofertas de la oposición. Candidatos sin ideas, sin propuesta y con escaso compromiso con la política cotidiana. Son líderes de oposición sin partido, que pagaron el costo de hacer política puramente electoral. Con semejante debilidad no se puede enfrentar a un sistema que maneja la provincia desde hace 50 años, con una dominación clientelar absoluta. El caso Santiago del Estero es trasplantable totalmente al nivel nacional. También se ve en un dato muy elocuente: el 40 por ciento de gente que no fue a votar. El voto negativo o la abstención evidencian que la oposición no está a la altura de lo que se necesita”.
Para Hugo Haime, de Hugo Haime y Asociados, “en esta crisis, los liderazgos fuertes se acentúan y no surgen nuevos liderazgos. Eso es lo que se vio en Santiago del Estero. La primera conclusión es evidente: el liderazgo de Juárez se mantuvo y se verificó que el resto de las fuerzas no son representativas. La UCR viene en caída y el ARI no logra conformarse como fuerza. De manera que queda un liderazgo protectivo, con un Estado fuerte que resuelve algunos problemas elementales. Los ciudadanos piensan que si Juárez no les resuelve las cosas no hay quién les garantice que se vayan a resolver. Este mismo esquema se ve en numerosas provincias, empezando por San Luis, con Rodríguez Saá, Santa Cruz con Néstor Kirchner, La Rioja con Carlos Menem o Salta con Juan Carlos Romero. José Manuel de la Sota, en cambio, nunca pudo convertirse en líder. A diferencia de lo que sucede en las provincias, a nivel nacional hay crisis de liderazgo. Es cierto que existen formaciones urbanas, menos rurales, y ahí las cosas cambian, pero por ahora hay que decir que no surgen nuevos liderazgos nacionales. La tendencia a no votar también tiene que ver con eso, que no surgen nuevos líderes para enfrentar a los viejos”, completó Haime.
“No, no se puede generalizar lo que pasó en Santiago del Estero con lo que pueda ocurrir a nivel nacional –sostiene Manuel Mora y Araujo, titular de Ipsos-Mora y Araujo–. Es una situación atípica, donde el caudillismo tradicional es mucho, mucho más fuerte. En Santiago el bipartidismo nunca se estableció como en otros distritos y en especial en los más importantes. La UCR alcanzó a tener poder en dos ciudades, pero siempre negociando desde una posición de debilidad. Nadie pudo nunca desafiar a ese sistema que se impone ampliamente, no sólo basado en el empleo público –que requiere cierto nivel de educación–, sino también enla asistencia a los sectores más carenciados, a los que ese sistema les da algún tipo de contención. Hay otra conclusión importante: las demás alternativas, por ejemplo las de centroizquierda no se han podido afirmar y el centroderecha ni siquiera existe. El hecho que mucha gente no haya ido a votar no me dice nada: la semana pasada en Marcos Juárez votó mucha gente, pero tampoco es un parámetro. Acá la clave está en que se trata de una provincia en la que el caudillismo no tiene competencia.”
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