EL PAíS › COMO LO SIGUIO EL GOBIERNO
› Por Daniel Miguez
El martes, cuando ya eran las 21, Graciela Lencina tomó el teléfono y llamó a Sara de Covacho, la secretaria de Derechos Humanos bonaerense. Su esposo, Juan Puthod, había salido de la Casa de la Memoria de Zárate hacia la FM donde tiene un programa de radio pero nunca llegó, y como ya había pasado dos horas sin saber nada de él, llamó a su amiga y funcionaria. Covacho se lo comunicó de inmediato al gobernador Daniel Scioli, quien puso en aviso a la presidenta Cristina Kirchner, mientras ordenaba un inmediato y amplio despliegue policial en la zona. Enseguida, 250 policías con perros y seis helicópteros comenzaron a rastrillar Zárate, Campana y parte de Escobar. Al rato –cuando la Presidenta ya había hablado con los ministros de Justicia, Aníbal Fernández, y de Interior, Florencio Randazzo, y el secretario de Inteligencia, Héctor Icazuriaga– se sumaron fuerzas de Prefectura en toda esa franja del Paraná y agentes de la SIDE.
Poco después de las 11 de la noche del martes ya estaban en Zárate el ministro de Seguridad, Carlos Stornelli, y el secretario general de la Gobernación, José Scioli, quien parecía afectado especialmente porque coincidentemente se cumplían 30 de años de un secuestro extorsivo del que fue víctima en 1978 y que lo mantuvo cautivo durante 16 días.
José Scioli y Covacho se quedaron toda la noche en Zárate y Stornelli fue y vino dos veces en la madrugada. Amaneció y no había indicios. Los perros rastreadores perdían las huellas de Puthod a menos de dos cuadras de la Casa de la Memoria y no aparecían testigos. En la mañana del miércoles todos estaban pendientes del teléfono. Scioli esperaba una llamada con buenas noticias desde Zárate y en la Presidencia esperaban la llamada de Scioli, pero nada. Lo único que los alentaba fue que el despliegue de seguridad fue tan rápido que creían que los secuestradores y su víctima no podían estar muy lejos. Al mediodía la Presidenta hizo referencia al secuestro de Puthod en un acto en Santa Cruz. Poco después recibió un nuevo llamado de Scioli. El gobernador le contó que acababan de hacer un allanamiento sin éxito y que estaba preocupado. “Las noticias no son alentadoras hasta ahora, no tenemos pistas”, le dijo Scioli, según comentaron a Página/12 fuentes cercanas a ambos gobernantes.
Scioli recordaba a Puthod. Covacho se lo había presentado hacía menos de dos meses en un acto en La Plata y habían estado charlando. La secretaria de DD.HH. le contó que estableció una relación de amistad con Puthod y su familia en 1994 cuando ella impulsó una causa por el hallazgo de restos óseos humanos en el Tiro Federal de Zárate, en la que Puthod es testigo.
De Pico Truncado la Presidenta se fue a su casa de El Calafate y estuvo todo el día pendiente del caso, hablando innumerables veces con Aníbal Fernández, Scioli e Icazuriaga. Le pesaba la idea de que pudiera repetirse una situación como la de Jorge Julio López.
Por la tarde Scioli siguió con su agenda, pero luego regresó a Zárate. Ya eran las 9 de la noche del miércoles y no había noticias, lo que seguía siendo una mala noticia. Una hora después regresó a su casa en Benavídez, pero a poco de llegar lo llamó Stornelli. Era para decirle que la pesadilla había acabado. Puthod había sido liberado en el barrio Villa Fox, con algunos golpes y shockeado. Scioli llamó a Santa Cruz para informarle a la Presidenta, ambos coincidieron en que la investigación tenía que llegar hasta el final para dar con los secuestradores.
Cuando terminaron las 26 horas de tensión, la Presidenta además de alivio –según contaron en Gobierno– estaba conforme por el acierto de que se haya actuado con tanta rapidez y con un despliegue tan masivo de agentes. Creen que eso operó como una fuerte presión para los secuestradores. Anoche, Graciela Lencina contó que el ex presidente Néstor Kirchner la había llamado para ponerse a su “entera disposición para lo que necesiten”.
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