En la anterior protesta de los productores rurales, un paro con corte total de rutas que duró 21 días y provocó desabastecimiento en los centros urbanos, que incluyó intentos de movilización también en las ciudades, los camioneros se instalaron en la localidad de Ceibas, a pocos kilómetros de Gualeguaychú. Querían garantizar que en esa localidad no hubiera cortes y que los dejaran transitar con libertad. En todos los días que duró la protesta rural, los medios alertaron sobre probables choques entre propietarios de tierras y choferes de camiones e incluso los ruralistas denunciaron la actitud del gremio de los camioneros como una amenaza patoteril. Sin embargo, en todo el conflicto anterior, el único incidente de relevancia se produjo en la localidad cordobesa de Laboulaye, luego de que un grupo de productores rurales cortara con elementos punzantes los neumáticos de algunos camiones e inutilizaran las herramientas de trabajo de los choferes. Aquella vez los camioneros amagaron con enfrentarse cuerpo a cuerpo con los ruralistas, pero la Gendarmería los terminó dispersando con gases. Moyano prefirió en ese momento guardar silencio para no enturbiar aún más el ambiente. El anuncio de la nueva protesta realimentó la inquietud entre los camioneros que pierden sus cargas y su jornal cuando son detenidos por los piquetes de los productores rurales en las rutas. Pablo Moyano (foto), secretario adjunto del Sindicato de Choferes de Camiones, e hijo del titular del gremio y de la CGT, advirtió de que esta vez no será como la primera: “Pasarán todas las unidades vehiculares que circulen por las rutas argentinas o no pasará nadie. Los trabajadores camioneros –dijo– no volverán a ser rehenes de un paro insólito e injusto”.
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