Como no podía ser de otra manera, la agudización del conflicto con las cuatro entidades del campo estuvo omnipresente en el viaje de ayer de Cristina Fernández de Kirchner a San Salvador de Jujuy. En recorrida por las instalaciones de una de las textiles de la influyente agrupación barrial Tupac Amaru, que dirige Milagro Sala, la Presidenta volvió a castigar, esta vez tangencialmente, al lockout patronal: “El compromiso con este país profundo, desigual, asimétrico con el que todavía tenemos varias deudas, es inquebrantable e indisoluble”, prometió. Antes había estado en el acto de inauguración de la escuela Exodo Jujeño. “No voy a defeccionar en esta lucha, que no es la mía –agregó–, es la de todos los argentinos por un país mejor.”

Antes de que hablara CFK, con tono de barricada el director del colegio la había exhortado a que “tenga aguante”. Al responder, ella dobló la apuesta: “Tengo aguante, pero no ahora, desde hace mucho tiempo. Sin embargo, no se trata solamente de aguantar, sino de estar convencido de lo que se está haciendo. Y yo estoy absolutamente convencida de que éste es el camino para recuperar el país y que los que más tienen sean los que más aportan (...) El compromiso es que la distribución del ingreso llegue a todos” los ciudadanos y garantice “trabajo, educación y salud”.

Acompañada por los ministros de Educación, Juan Carlos Tedesco; de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y del secretario de Obras Públicas, José López, la mandataria recordó el histórico Exodo Jujeño de 1812 y aseguró que “como hace 200 años, cuando este valeroso pueblo encabezado por el patriota Belgrano decidió quemar todo antes que entregarlo al enemigo, les digo que debemos seguir luchando, esta vez por la construcción, porque cuando uno construye una fábrica y hospitales también está haciendo una epopeya”.

También estuvieron los gobernadores de Salta, Juan Urtubey, y de Jujuy, Walter Barrionuevo, ambos rigurosamente justicialistas. Observándolos a ellos, CFK defendió al actual presidente del PJ, al que definió como un “compañero de toda la vida y de todas las luchas”. Y, en esa misma línea, reclamó que ésta sea “la etapa donde los argentinos, todos, sin distinción de partidos ni de clases sociales, debemos por sobre todas las cosas advertir la necesidad de profundizar este proceso de transformación y cambio iniciado en 2003”.

Luego, la comitiva se trasladó a la fábrica de la textil en la que trabajan 190 personas, en donde se producen uniformes para obreros, trabajadores de salud y 20 mil guardapolvos escolares por mes para el Ministerio de Desarrollo Social nacional. “Se me encoge el corazón cuando los veo a ustedes, pobres de toda pobreza, porque son la contracara de las minorías egoístas e insolidarias que nunca comprendieron el país ni lo comprenderán”, dijo CFK durante la recorrida. Y allí mismo, ante un auditorio de más de cinco mil personas, volvió a defender el modelo: “Estamos transformando ese espíritu de derrota que teníamos en el año 2001, que venía de antes, del ’76. Ese espíritu venía de la derrota en Malvinas, de un país que no se podía encontrar a sí mismo, y entonces, cayendo en el individualismo, creíamos que nos podíamos salvar solos”.

La cooperativa fue levantada con fondos de Desarrollo Social del Ejecutivo, dando otra muestra de la sintonía que supieron cultivar Sala y la ministra a lo largo del gobierno kirchnerista. “Hemos hecho el duro aprendizaje de que, cuando hermanos y hermanas se quedan sin trabajo –concluyó la mandataria–, tarde o temprano la tragedia nos alcanza a todos.”