EL PAíS › OPINION
› Por Orlando Barone *
“Todos somos el Campo. Ponete la escarapela por el país. Ponete la escarapela por el Campo.”
Cuando los dirigentes de la negociación leyeron esta proclama sentí que el país era demasiado para caber en esas cuatro caras. Darse cuerda patriótica sin autorización de la patria es una grosería cívica. No sé qué pensarían French y Beruti de esta arrogancia de un sector económico que pretende que su negocio es tan argentino que se merece la escarapela. En aquel 25 de mayo de 1810 ese símbolo impovisado de dos cintitas celeste y blanca, se asumió como identidad nacional frente a la del poder de la corona.
A mí me sorprende que ahora, por un tema de “retenciones”, por una trama de intereses y de ganancia, un grupo de la sociedad argentina se apropie simbólicamente de la argentinidad. Y lo haga para enfrentar al gobierno nacional como si se tratara de un Estado enemigo. No se deliren. Tómense un mate.
La sola idea de que la escarapela argentina sea invocada en la reyerta impositiva es de tal despropósito intelectual que invalida razones. La escarapelización, como decoración de la puesta en escena, no convierte por arte de magia la resistencia empresarial en una patriada gauchesca.
No se puede banalizar un símbolo para lucir mejor ante la televisión y los medios. Está bien que las cámaras aticen el histrionismo hasta del agricultor más inexpresivo, pero quienes están en las rutas no son los gauchos de Güemes ni las montoneras de Felipe Varela o de Pancho Ramírez. Además, casi todos aquellos caudillos eran terratenientes.
El Gobierno debería descender de las nubes o de los cerros de Ubeda. Salir del soliloquio que onaniza su discurso y aterrizar, aunque sea en Caballito. Pero los del agro bájense un rato del caballo. Exhiban en la televisión las escrituras de los terrenitos que poseen. Muéstrenles a los argentinos pobres el margen de ganancia que tienen. Declaren a los movileros cuántas hectáreas poseen sus chacritas y cuánto vale cada una.
Y si quieren ponerse una escarapela como grupo rebelde no usen la de Argentina. Pónganse una escarapela con una cabeza de novillo o con una plantita de soja.
* Carta abierta leída en Radio Continental, en el programa La Mañana conducido por Víctor Hugo Morales.
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