EL PAíS › CHARLA DEL SECRETARIO DE COMERCIO
Frente a militantes de la JP, explicó anoche por qué hay inflación, qué hizo con el Indec y el modelo de acumulación.
› Por Martín Piqué
La primera leyenda fue que había llegado en colectivo. Que se había bajado en la esquina de Carlos Calvo al 1400 y que había caminado solo hasta la puerta de la biblioteca popular que funcionaría como sede de la conferencia. Los organizadores lo comentaban con sorpresa y también como una pequeña victoria: los fotógrafos no habían podido registrar el momento en que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, se había bajado del colectivo para llegar hasta la biblioteca de la JP Identidad. El hombre que tiene a su cargo controlar la inflación había prometido dar una charla sobre el rol redistributivo de las retenciones móviles y la promesa, a pesar de su renuencia a la exposición pública y de su aversión por la presencia mediática, comenzaba a cumplirse. Lo que siguió después fue una exposición ininterrumpida de una hora y media, seguida en un silencio matizado con aplausos y carcajadas, en la que Moreno diferenció los procesos inflacionarios de los últimos cuarenta años, defendió la intervención del Indec y explicó los cambios del nuevo Indice de Precios al Consumidor (IPC). Sobre el conflicto con el campo, Moreno lo interpretó como una batalla inconclusa sobre cuál será el patrón de acumulación en la Argentina, si uno basado en la renta o uno basado en la inversión.
Entre aplausos y saludos, Moreno ingresó en el pequeño local rodeado de libros y fotos de íconos nac & pop como Raúl Scalabrini Ortiz, Enrique Santos Discépolo y el general Valle. En una de las paredes había una pintura con los rostros de los dos hermanos desaparecidos de la periodista Norma Morandini, Cristina y Néstor. La biblioteca popular lleva el nombre de ambos, que fueron militantes de la JUP de Córdoba ligada a Montoneros. La conferencia había sido organizada por varias agrupaciones de la juventud kirchnerista: además de la JP Identidad, que bautizó la sala de lectura de la biblioteca con los nombres de Néstor y Cristina Morandini, participaron la JP Descamisados y la JP Proyecto Popular. Con obvio predominio de jóvenes, la promesa de escuchar al secretario de Comercio Interior llenó el local tapizado de libros y adornado con una escenografía de fuerte carga simbólica: detrás del espacio previsto para los panelistas una bandera exhibía los rostros de San Martín, Rosas y Perón.
Para empezar, Moreno aseguró que una de las causas que puede impulsar un proceso inflacionario son los problemas fiscales: cuando los ingresos que recauda el Estado son menores a sus egresos. “Un problema de administración endógena”, explicó. Luego citó tres ejemplos de proceso inflacionario causado por el desequilibrio en las cuentas del fisco. La hiperinflación de 1989 con Raúl Alfonsín, la de fines de 1989 con Carlos Menem y la de fines de 1990 también con Menem. “Hoy esta causa de la inflación está ausente en nuestra economía. Tenemos un superávit fiscal robusto. Recaudamos más de lo que gastamos”, aseguró. Tras descartar la primera opción, se metió de lleno en la segunda causa que puede generar procesos inflacionarios: el desequilibrio del superávit comercial. Ante ese panorama, los empresarios suelen ajustar los precios a dólar para prevenirse ante una eventual devaluación. Según Moreno, eso sucedió en 2001, en 1976 y en la época de Adalberto Krieger Vasena.
Moreno descartó que ese proceso pueda repetirse en la actualidad. “Otra causa que no está presente. Hoy la discusión no es la revaluación del dólar sino cómo hacemos para mantener el tipo de cambio actual para que no baje el dólar”, se ufanó. Entonces mencionó la tercera causa que puede generar procesos inflacionarios: la puja distributiva. “Es una competencia entre precios y salarios. El Rodrigazo, de alguna manera, fue una discusión así”, dijo. Según Moreno, eso está desactivado por la labor de la dirigencia sindical. “El movimiento obrero organizado está más organizado que nunca y también está muy lúcido”, elogió. “Está claro que no hay almas caritativas dentro del empresariado y los sindicatos saben que tienen que pelear por mejoras salariales, pero tampoco es que los muchachos estén yendo por todo”, retrató.
El análisis anterior llevó a Moreno a una conclusión: hoy la inflación se produce por un problema de expectativas. El diagnóstico lo llevó entonces a hablar de la función específica de la Secretaría de Comercio Interior. Moreno recordó que esa repartición del Ministerio de Economía había sido disuelta por el ex ministro Domingo Cavallo. ¿La causa? Según Moreno, Cavallo decidió que fuera demolida porque era la única estructura del Estado que tenía la función de analizar la estructura de costos de las empresas. “No fue lo único que destruyó Cavallo. También destruyó la Aduana y el Banco Central”, cargó Moreno. Luego dijo que en 2006 las expectativas inflacionarias eran alentadas por las empresas concentradas, que preferían perder consumidores de bajos ingresos y subir los precios de sus productos: igual terminaban ganando más porque la rentabilidad estaba dada por el precio y no por la cantidad de venta.
Moreno dijo que algunos de esos incrementos de precio no fueron aprobados por el Ejecutivo y que los empresarios debieron echarse atrás. Otro problema que alentaba las expectativas inflacionarias –siguió el funcionario– tenía que ver con el aumento en el mercado mundial de los precios de ciertos productos que Argentina exporta: dio el ejemplo del cobre, que se usa para los cables transportadores de electricidad. “En los artículos que nosotros producimos en el país, podemos aislar el precio interno del externo con instrumentos de política económica. En el cobre no podemos, porque somos tomadores de precio, no formadores”, afirmó. Era un reconocimiento implícito de que algunos artículos habían subido porque estaban atados a las variaciones del mercado internacional.
Sin decirlo abiertamente, Moreno deslizó que su función dentro del Gobierno era instrumentar “una política de estabilización”. Para eso elogió el funcionamiento de la secretaría que preside (dijo que le alcanzaba con 19 funcionarios y 50 inspectores en la calle), aunque reconoció las dificultades para encontrar profesionales jóvenes capacitados en el análisis de costos del sector privado. En contraste con los elogios a Comercio Interior, Moreno enumeró una larga serie de cuestionamientos al Indec. Sobre todo a quienes lo dirigían antes de que Moreno mandara a Beatriz Paglieri. “El Indec estaba decididamente intrusado por el sistema financiero”, acusó Moreno. El argumento es que el anterior sistema de medición incluía artículos de consumo VIP que habían sido incorporados al IPC por la gestión de Cavallo. Otra crítica que hizo Moreno fue que el Indec también sumaba al IPC algunos productos que desaparecían de las góndolas por ciertas “desgracias naturales” como granizos o inundaciones. “Eso no se hace en ningún país. Un producto se mide cuando hay una oferta lógica y razonable”, aseguró.
Moreno prometió que el nuevo sistema de medición del Indec solucionará aquellas distorsiones. Su exposición también incluyó críticas al sistema financiero: lo acusó de alentar las expectativas inflacionarias para beneficiarse con el ajuste por CER de los títulos de la deuda. “Cada punto de inflación significa 550 millones de dólares de aumento de los bonos”, precisó. Pero Moreno también pidió ayuda: arengó a todos los presentes a recorrer los comercios del conurbano para garantizar que los productos de la canasta básica se mantengan en los precios acordados por el Gobierno. “Tenemos que defender el bolsillo de nuestra gente”, exhortó.
Al hablar del último semestre de 2007 hasta la fecha, Moreno analizó por fin el conflicto con los productores rurales. Primero dijo que se debían a un cambio en el modelo de acumulación de capital en el mundo, con una impresionante suba de los precios de los alimentos, y aseguró que la información circulante hacía que hasta los productores más chicos quisieran verse beneficiados por el alza de precios internacional. Y argumentó que ante ese escenario las retenciones móviles se instrumentan para separar los precios exteriores de los del mercado interno. Pero Moreno fue más allá y sugirió que detrás del reclamo rural había una intención más profunda. “Acá lo que estamos discutiendo es el reparto de la torta. Somos un país que consume lo que exporta. Está en discusión el patrón de acumulación: si será la cultura rentística y el alquiler de la tierra, o el beneficio a través de la inversión a riesgo. Es la diferencia entre un capitalismo atrasado y uno moderno”, advirtió.
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