Lun 12.05.2008

EL PAíS  › CINCO CANDIDATOS SE PREPARAN PARA DISPUTAR LA CONDUCCIóN DE LA ESTRUCTURA PARTIDARIA

La pulseada por el PJ bonaerense

Con todo listo para la asunción de Kirchner en el partido a nivel nacional, en la provincia ya comenzó la carrera interna. Los principales candidatos son Balestrini y Pereyra. Díaz Bancalari podría ir por la reelección y también se perfilan Randazzo y Solá.

› Por Miguel Jorquera

Mientras se ultiman los detalles para encumbrar este miércoles a Néstor Kirchner como presidente del PJ nacional, varios candidatos ya velan sus armas para disputar la conducción de la poderosa estructura del peronismo bonaerense. El vicegobernador Alberto Balestrini, el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, y el diputado José María Díaz Bancalari miden fuerzas y reclutan adhesiones en una carrera en la que también se anotaron, con ciertas expectativas de llegar a la meta, el ministro de Interior, Florencio Randazzo, y hasta el ex gobernador Felipe Solá. Una disputa en la que siempre aparece el fantasma de Eduardo Duhalde y en la que todos los inscriptos saben que la palabra del patagónico será decisiva. Como última jugada, y si la pelea se desmadra, Kirchner pondrá sobre el paño una carta que opaca –por ahora– el juego que pueda ostentar cualquier otro candidato: la del gobernador Daniel Scioli.

A casi todos los candidatos los une el “incómodo” lugar que les toca ocupar dentro de la estrategia kirchnerista. Balestrini dejó la presidencia de la Cámara de Diputados nacional para acompañar en la fórmula electoral a Scioli y terminar al frente del Senado provincial. El mandamás político de La Matanza –el principal distrito electoral de Buenos Aires– no comparte la metodología del gobernador y debe lidiar con legisladores que se negaron a sesionar “para boicotear” la publicación en Internet del listado de personal del Senado bonaerense.

Balestrini considera que, con su lealtad al kirchnerismo, se ha ganado el derecho a presidir el PJ bonaerense y hasta esgrimió, en su búsqueda de aliados, la supuesta venia del propio Kirchner para dirigir el peronismo provincial. No bien el ex presidente confirmó su intención de reorganizar el peronismo, la “Juventud Peronista Matancera” salió a pegar afiches que proclamaban a “Balestrini presidente del PJ de la provincia de Buenos Aires”.

El propio vicegobernador se encargó de desmentir que fuera el promotor del “clamor” matancero, pero nunca ocultó su intención de conducir el PJ bonaerense y hasta proclama que fue Duhalde quien le cerró el camino en otras oportunidades. Cerca de Balestrini, algunos de sus hombres de confianza no se cansaron de explicar ante Página/12 la “excelente” relación de su jefe con los intendentes y caciques territoriales, en especial en la primera y en la tercera secciones electorales, “donde se dirime cualquier elección bonaerense”. Una muestra que está en carrera.

No son pocos los militantes pejotistas que “caminan la provincia” junto al ultrakirchnerista Carlos Kunkel y que consideran a Balestrini como “un buen candidato”. Pero enseguida ponen por delante el “alineamiento con el proyecto político” del Gobierno y afirman que la palabra de Kirchner es la “decisiva” a la hora de elegir al hombre del PJ bonaerense.

En el entorno de Pereyra desmintieron ante este diario cualquier pretensión del jefe comunal de Varela de dirigir el PJ provincial. Pero con las puertas abiertas de la Casa Rosada y de las oficinas K en Puerto Madero, Pereyra no deja de mostrarse frente a sus pares como un hombre de “confianza” del patagónico. Desde la presidencia de la Federación Argentina de Municipios, Pereyra tejió acuerdos con el Gobierno para construir obras y llevar ayuda económica a distintas comunas de la provincia, sorteando al propio Scioli. Una gestión con la que recoge y forja lealtades.

Pereyra recuerda siempre el ostracismo al que lo sometió por largo tiempo su ex jefa territorial: la ex vicegobernadora y actual diputada Graciela Giannettasio. Por eso, piensa ahora –“con su excelente llegada a los hombres de poder”– que “está para más”. Entre otras cosas, para presidir el PJ bonaerense. Un proyecto para el que trabaja silenciosamente.

–¿Se anotó en la carrera por la conducción del PJ bonaerense? –consultó Página/12 a Díaz Bancalari.

–Yo pregunté si me preparo para jubilarme y me contestaron que no –afirmó escuetamente el diputado.

Díaz Bancalari es otro de los disconformes con su presente. Aunque en sus manos –y en las de Hugo Curto– quedaron los preparativos para ungir a Kirchner como jefe del PJ, la unificación del bloque oficialista en la Cámara baja –del que comparte la vicepresidencia– le quitó protagonismo en el recinto. Se sentía más cómodo cuando desde el Peronismo Federal se encargaba de disciplinar a los ex duhaldistas con el Gobierno y le aportaba al kirchnerismo –hasta el recambio parlamentario de diciembre– los legisladores para obtener quórum y las manos necesarias para dirimir cualquier votación.

“No sé por qué sigo ahí”, responde sonriendo cada vez que se lo consulta sobre la butaca que conserva en los vuelos presidenciales de Cristina Kirchner, como en los tiempos del ex presidente. El diputado de Pergamino se convirtió en uno de los más acérrimos defensores del gobierno de CFK y afirma que “en momentos difíciles no hay lugar para los tibios”, diferenciándose de quienes comenzaron a plantear divergencias con la gestión oficial.

No afirma ni rechaza la posibilidad de su candidatura, pero sus principales colaboradores van más lejos: “José María tiene una ascendencia importante sobre intendentes y jefes territoriales de todo el interior y muy buena relación con otros municipios importantes y poblados de la primera y tercera sección electoral”, dijeron a este diario. A la hora de dividir el mapa bonaerense entre aliados y adversarios, los hombres de Díaz Bancalari se muestran seguros de reclutar a la “ortodoxia” partidaria, aunque se adjudican municipios que el resto de los candidatos también considera propios.

Conocedor del terreno, Randa-zzo también sondea voluntades. Antes, desde el Ministerio de Gobierno provincial, el Flaco ofició de nexo con el gobierno nacional –a través del jefe de Gabinete, Alberto Fernández– y fue de los más duros en la embestida que diezmó al duhaldismo en su propio territorio. Una tarea con la que cosechó amores y odios. Ahora, desde el Ministerio del Interior, Randazzo se muestra como cabeza de un posible recambio generacional del pejotismo bonaerense. Aunque la experiencia electoral de su partido, Hacer por Buenos Aires, no obtuvo los resultados electorales que esperaba con las colectoras que armó en el interior de la provincia.

Si bien la mayoría de los candidatos ningunea la capacidad de Felipe Solá para armar su propia fuerza territorial, ninguno de ellos descarta que el ex gobernador se meta en la compulsa. Desdibujado en la Cámara de Diputados, Solá intentó mostrarse como “mediador” en la disputa con los ruralistas, pero no recibió ninguna llamada desde el Gobierno. En su tiempo libre juega al golf y sale de gira por algunos medios a mostrar sus diferencias con la gestión oficial.

El miércoles pasado, en un plenario del bloque oficialista, planteó su disconformidad con la política de “confrontación del Gobierno con el campo y el Grupo Clarín”, frente a todos sus pares, y se encargó de hacerlo conocer en los pasillos de la Cámara. Solá se entusiasma con la posibilidad de diferenciarse de los incondicionales sin sacar los pies del plato, aunque las grietas en el peronismo bonaerense –al menos por ahora– no son tan expuestas como las de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.

La normalización del PJ de Buenos Aires debería comenzar en septiembre, con un llamado a elecciones, para culminar en diciembre, cuando vence el mandato de Díaz Bancalari como presidente. Varios intendentes que ya fueron sondeados por los distintos candidatos pusieron el grito en el cielo. No quieren que la interna del PJ avive la disputa entre distintos grupos que dividieron al oficialismo en los concejos deliberantes y pusieron en aprietos sus gestiones comunales. Los más comprometidos pujan por prorrogar el actual mandato del PJ y recién dirimir en 2008, y en una sola interna, los cargos electivos y partidarios.

Nadie quiere que la sangre llegue al río. Saben que Kirchner no aceptará una interna escandalosa ni un tendal de heridos que pongan en riesgo sus aspiraciones electorales para las legislativas del año que viene en el principal distrito del país. Por las dudas, guarda un as en la manga: ungir a Scioli como presidente del PJ bonaerense. Una valla que, al menos en las encuestas, ninguno de los otros aspirantes puede superar ni desea encontrarse en el camino.

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