Mié 16.07.2008

EL PAíS  › EN LA PLAZA CONGRESO, ANTE UNA MULTITUD, NéSTOR KIRCHNER DEFENDIó LAS RETENCIONES MóVILES

“Se respetará la decisión del Congreso”

Kirchner repasó los logros de su gestión y les dedicó un párrafo muy duro a las entidades agropecuarias: “Basta de comandos civiles”. Transmitió la decisión de la Presidenta de aceptar lo que resuelvan hoy los senadores.

› Por Martín Piqué

“La Presidenta me pidió que les diga que me juramente ante ustedes que nosotros respetaremos la decisión del Congreso sea cual fuere.” El compromiso público de Néstor Kirchner buscaba extender la obligación a los miles de manifestantes que lo escuchaban. Luego la repitió en el último jirón de su discurso, una arremetida con la voz afónica y a punto de quebrarse. “Nosotros aceptaremos la resolución del Congreso, porque queremos más democracia. Es la única forma en que pueden convivir los pueblos. Esperamos que todos hagan lo mismo.” La insistencia sobre el respeto al Parlamento parecía expresar optimismo sobre la inminente votación en el Senado. Kirchner ya había defendido las retenciones móviles decididas por la gestión de su esposa y llegaba el momento del mensaje final. Entonces dedicó un párrafo muy duro a las cámaras patronales del campo. “Basta de comandos civiles, basta de cortes de rutas, basta de desabastecimiento”, reclamó. Había terminado uno de los actos más grandes del kirchnerismo desde la asunción del santacruceño. Todo el centro entre el Obelisco y el Congreso había sido tomado por un aluvión de manifestantes. Pero a nadie se le pasó por alto que unas cuantas cuadras al norte, en el Monumento de los Españoles, las entidades rurales habían reunido la concentración opositora más numerosa en la Capital desde 2003.

El acto había sido programado para las 15, pero era obvio que los organizadores lo iban a retrasar. Como la concentración de los entidades del campo había sido planificada para las 16.30, desde el Congreso postergaron todo para complicarles a los rivales la pelea por las pantallas. La otra sorpresa fue la incorporación de otros oradores (los gobernadores Sergio Urribarri y Daniel Scioli), lo que demoró aún más el discurso de Kirchner. La señal de que el ex presidente iba a aparecer en el escenario la dio la entrada en uno de los palcos del costado, donde se codeaban legisladores, de Madres de Plaza de Mayo y dirigentes sociales, de un grupo de senadores oficialistas. Se vio a Eric Calcagno, Marcelo Fuentes, Judith Fortsmann y Miguel Pichetto. Instantes después, la locutora anunciaba que el ex presidente estaba sobre el escenario.

Kirchner comenzó a hablar a las 16.57. El sonido era malo (los organizadores deben haber envidiado el equipo usado por los ruralistas, de 150 mil watts de potencia y que suele usarse en los festivales de Cosquín) y muchos manifestantes no llegaron a enterarse de que había comenzado el discurso. Mientras la voz de Kirchner comenzó a escucharse sobre la avenida Entre Ríos, algunas columnas ni siquiera habían entrado en la Plaza. Seguían detenidas en la Avenida de Mayo más allá de Luis Sáenz Peña. “Se me están cayendo como nunca lágrimas de emoción por ver esta asamblea popular que fortalece las esperanzas de cambio”, dijo el ex presidente para destacar el número de la convocatoria. El escenario estaba decorado con la gigantografía de una foto de Kirchner y su esposa dándose un abrazo ante una Plaza de Mayo colmada de gente.

Kirchner comenzó con un repaso de su gobierno y de la situación en que estaba el país al momento de su asunción, en mayo de 2003. Enumeró el cambio de la Corte, la renegociación de la deuda privada con una quita del 70 por ciento, la política de desendeudamiento con el FMI y la anulación de las leyes de impunidad. “Junto con el pueblo argentino y con todas las fuerzas nacionales y populares, se terminaron las leyes de indulto, Punto Final y Obediencia Debida”, recordó. Como el evidente propósito de revalidar su liderazgo, Kirchner siguió con el repaso de lo que consideraba logros de su mandato. Habló de los hospitales, de las “300 mil viviendas construidas”, de los 4 millones de puestos de trabajo creados y la mejora de los indicadores sociales. “Trabajamos con la CGT y la Central de Trabajadores Argentinos”, mencionó. Fue su segundo guiño a la central que encabeza Hugo Yasky de los últimos días: el romance podría seguir en las próximas semanas, ya que el Ejecutivo prepara el lanzamiento de la asignación universal por hijo, uno de los reclamos históricos de la CTA.

El balance lo llevó a la estatización de empresas privatizadas. Mencionó al Correo, AYSA y completó la terna con Aerolíneas Argentinas. “Ahora la Presidenta está trabajando para que vuelva a trabajar como corresponde”, dijo sobre la otrora línea de bandera fundada por Perón. Entonces llegó la primera mención al conflicto por las retenciones móviles. “Logramos desendeudar a los productores, a quienes abrazamos. Los productores no son nuestros enemigos. Sí tenemos que estar atentos con aquellos pools que se enriquecen con el trabajo ajeno”, diferenció. La distinción entre productores y pools de siembra se festejó con aplausos entre los privilegiados que ocupaban la calle Entre Ríos. En esa parte de la plaza se podían ver banderas rojinegras de la JP Evita, eran jóvenes que habían ingresado a los empujones hasta llegar cerca de las vallas. Entre los jóvenes había gente suelta con tonadas de varias provincias. “El que no salta es un gorila”, cantaron jóvenes y no tanto.

Comandos cívicos

Como suele hacer la Presidenta, Kirchner también se remontó a la historia para citar nombres propios y hacer algunas analogías. “Esta Argentina tuvo héroes como Moreno, San Martín, Belgrano, Yrigoyen, Juan Perón y el corazón vivo de la transformación, Eva Perón, ¡Evita!”, gritó el ex presidente y provocó una ovación. Luego homenajeó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. “Aquellos pañuelos blancos que fueron la conciencia de la Justicia”, subrayó. La apelación a la historia siguió con una comparación algo desmedida. “Recuerden el ’55 y el ’76. Ahora salen como comandos civiles (grupos de civiles que apoyaron la Libertadora) o grupos de tareas a agredir a los que no piensan como ellos”, criticó Kirchner. Se refería a los escraches ruralistas que debieron soportar varios legisladores oficialistas o sus familias en los últimos días.

Al momento de hablar de su esposa, Kirchner volvió a elogiar su “coraje” y dijo que ella podía haber negociado en forma subterránea con las cámaras patronales del campo. “¿O ustedes no creen que Cristina no podría haberse dado un abrazo en la oscuridad para terminar con esto? Pero eso sería un racionalismo claudicante y temeroso, como ya sucedió varias veces en la historia. Cristina tiene el racionalismo de la inclusión”, aseguró. En el fragmento más duro de su discurso, Kirchner recordó las protestas ruralistas. “Hablan de democracia y nos hacen cortes de ruta, desabastecimiento. Nos quemaron los campos”, se indignó. Su enojo se concentró luego sobre Alfredo De Angeli, de quien recordó una frase para la polémica. “Hay un dirigente que lo dijo en una actitud de caradurismo increíble. Dijo que paguemos el lomo a precios uruguayos, a 80 pesos”, recordó Kirchner. La multitud que lo escuchaba en los primeros lugares reaccionó con un coro: “¡hijo de puta, hijo de puta!”

Para despedirse de la multitud, Kirchner se olvidó del tono visceral y buscó transmitir calma. “Que de esta plaza no salga un solo gesto de rencor, de odio, que no salga un gesto de intolerancia. La Presidenta me pidió que sigamos poniendo la otra mejilla.”

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