Vie 18.07.2008

EL PAíS  › CRISTINA KIRCHNER DEFENDIO EL RUMBO DEL GOBIERNO LUEGO DE LA DERROTA DE LAS RETENCIONES EN EL SENADO

“Hemos elegido un camino irrenunciable”

› Por Alejandra Dandan

Desde Resistencia

Cuando todo parecía haber acabado, volvió. Y dijo lo más importante: “Estoy acá para reencontrarnos y mirarnos sobre todo hombres y mujeres del pueblo, y saber al mirarnos a los ojos que jamás nos hemos traicionado, que siempre hemos elegido un camino que es irrenunciable: respetar los intereses de los que menos tienen y volver a hacer una correa de transmisión para volver a construir una Argentina integrada”. Dos minutos antes, un locutor daba por cerrado el acto oficial de inauguración de las obras de ampliación del aeropuerto internacional de Resistencia. Cristina Kirchner ya había hablado, pero no había dicho nada de lo que se esperaba que fuera a decir. Cuando todo terminó, entonces abandonó la sala vip del aeropuerto, cruzó la explanada de entrada y se enfrentó a los que la esperaban del otro lado de las vallas. Nunca pronunció el nombre del vicepresidente Julio Cobos, pero no hacía falta.

Eran las más de las 20 cuando se concretó la primera aparición pública de CFK después del debate en el Senado, luego del voto de Cobos que frenó la sanción del proyecto oficial de ley de retenciones. Hasta ese momento, CFK no había dicho nada, y a esa hora se esperaba todo.

Entonces habló de traición

Rápidamente sonaron los bombos. Y arrancó la marcha peronista. Esa mística casi religiosa que como un exorcismo parece liberarla del territorio enemigo para instalarla en otro lugar, ella dijo: “Ustedes saben, me encanta la marcha, pero –añadió– en esta tarea de representar los intereses de todos con nuestra doctrina, en esto no estamos nosotros. También me han acompañado otros de otros partidos y defeccionar unos que pertenecen al nuestro”. Por segunda vez, habló sin mencionar al vicepresidente y hubo silbidos. “Lo importante es comprobar que distintos argentinos y distintas historias y distintas identidades son capaces de unirse detrás de un proyecto común. Los que tal vez no hayan entendido lo que dijimos en octubre, bueno, alguna vez lo entenderán, algunos tardan más, esperemos que se den cuenta.”

A un día de la votación en el Senado, y del furioso debate con el campo por la ley de retenciones, Chaco parecía un escenario elegido. Es el paradigma del territorio arrasado con los niveles de pobreza más altos, con una deuda enorme con los pueblos originarios que mueren de hambre, tuberculosis y chagas en el Impenetrable y uno de los espacios en los que la carrera desenfrenada por la expansión de la frontera agrícola terminó envenenando los montes.

Si bien el acto tuvo ese final, había comenzado antes en el interior del aeropuerto remodelado de la provincia. La presencia de Cristina Kirchner se había anunciado aquí dos días antes de la elección en el Senado, pero ayer hasta último momento. nadie sabía si la Presidenta iba a subirse al avión.

Y de los agoreros

Sólo veinte minutos antes del aterrizaje, comenzó el desfile de los hombres del gabinete de Jorge Capitanich y de los diputados de la alianza política que formó en la provincia para ganarles a los radicales. De traje y corbata ingresaron al edificio, cerrado y preparado para lo que iba a ser el acto oficial. Se hizo adentro del aeropuerto, con el gobernador y la Presidenta a los que la gente que se había acercado sólo iba a poder vérselos desde una pantalla gigante instalada del lado de afuera. A esa especie de vip no pudo ingresar la intendenta de Resistencia, Aída Ayala, una radical que intentó acercarse caminando por la explanada pero fue corrida por los silbidos. Así estaba el clima. A la mesa chica se sumaron el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, los ministros Julio de Vido y Florencio Randazzo y el presidente de Aeropuertos argentinos 2000, Eduardo Eurnekian.

La primera parte del discurso de Cristina Kirchner integró entre otros asuntos el aeropuerto, en el marco del comienzo del proceso “de recuperación”, se refirió al traspaso de Aerolíneas Argentinas a manos del Estado.

“Quiero confesarles algo –explicó–: nos hubiese gustado que esto no fuese así porque creemos en la gestión privada en materia de servicios públicos pero todos los argentinos del país federal hemos sufrido el deterioro permanente que dejó de lo que dejó de ser el servicio público que siempre debió ser”.

En ese mismo momento, también habló del campo, pero lo hizo tangencialmente como si deseara pasarlo por alto. Para hacerlo retomó unas palabras de Capitanich que sin nombrar a nadie habló de “los agoreros de siempre”, un sector que, en el marco del conflicto entre el Gobierno y las tropas rurales, se sitúa en un solo escenario. “Pese a todo, y ustedes saben de qué hablo cuando digo ‘pese a todo’, Argentina creció casi un 8 por ciento –dijo ella–, un desafío para cierta clase de agoreros y agentes económicos que creen que el país puede pertenecerle a unos pocos.”

A esa altura, Nelson Segovia y familia no sabían qué hacer con un enorme pingüino negro que levantaban en andas entre la multitud. Segovia se había tomado el trabajo de construir ese muñeco militante con cartapesta armada con masa hecha con cientos de papeles de diarios, pegados sobre un gran globo inflado. Con su familia y el pingüino se había subido a la tarde a uno de los micros que acercó a la gente hasta el aeropuerto, desde Makallé, un barrio ubicado a 40 kilómetros de esta parte del destierro. Después del final, el muñeco salió en andas arriba de su dueño, dispuesto a volver a casa. Y ya tarde, Segovia seguía contento.

“Está bien”, decía en medio de la ruta. “Ella dijo que si no lo entendió él, allá él, acá la que lo entendió es ella.”

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